Cómo entender el descontrol en la Pandemia
Fiesta clandestina

La sociología explica que los hechos sociales, como es el descontrol en una crisis sanitaria originada por la pandemia del Coronavirus, sólo puede ser comprendida por otros hechos sociales. Son hechos complejos que no pueden abordarse sólo desde la psicología individual o social, desde la economía, la cultura o la política, sino desde un abordaje sociológico que incluya todos los factores que intervienen para que ese hecho se produzca.

No podemos comprender un hecho social puntual sin tener un marco contextual abarcativo que es lo que le da entidad y sentido. Entre los factores que determinan la emergencia del descontrol social que estamos analizando se destacan:

  • La ideología predominante en la población afectada,

  • El proceso histórico de socialización de los sujetos y grupos sociales que integran esa población,

  • Los intereses políticos que participan en la emergencia del fenómeno,

  • La conducta de los medios masivos de información,

  • La Pandemia en sí misma y las posibilidades de su control,

  • Las diferencias entre adultos y jóvenes ,

  • La falta de límites de los niños, adolescentes y jóvenes

  • El negocio de la clandestinidad para los empresarios corruptos, y

  • El margen de maniobra del gobierno frente a la situación de pandemia.

Vamos a analizar resumidamente cada factor y cómo interactúan para generar el descontrol.

La Ideología predominante.

En el mundo globalizado existen dos grandes ideologías contrapuestas: la capitalista y la social comunitaria. La capitalista sostiene la libertad individual como valor supremo. Es por eso fuertemente individualista y liberal. El Estado no debe intervenir como regulador de las relaciones sociales. Los intereses privados siempre son superiores a los intereses públicos. Tanto la política como el Estado son un mal necesario. Sostiene los derechos irrestrictos de los individuos, la búsqueda del éxito personal, el egoísmo como valor positivo, que cada uno tiene que hacer la suya y que lo importante “sos vos”. En los últimos 30 años el proceso neoliberal exacerbó esta ideología y la instaló como única opción válida en la mayoría de los países de occidente.

La ideología social comunitaria defiende la libertad individual de las personas, pero la limita a los derechos de los demás y al interés del conjunto. Prioriza el bien común por sobre los intereses individuales. Sostiene que el Estado tiene como función básica regular los intereses de los particulares y grupos y equilibrar las oportunidades de cada uno.

Como ejemplo valen tanto la Doctrina Social de la Iglesia, la organización social de los pueblos originarios de América y de Cuba, de países de Europa como Rusia, Dinamarca y Suecia, o el modelo de organización de China.

Según cuál de estas ideologías predomina en cada país se definen las diferentes actitudes y conductas de la población en general frente a las crisis sociales.

En nuestro país la ideología predominante es la liberal individualista, exacerbada desde el Consenso de Washington de 1989, que tuvo como una clave para Sudamérica lo que se llamó el proceso de desregulación, que quiere decir erradicar todas las regulaciones que las tradiciones y las leyes imponían a los grupos y particulares, y la plena abstención del Estado para intervenir en cualquier cuestión que pudiera restringir algún tipo de negocio. A río revuelto… ganancia de pescadores.

Este proceso provocó el descontrol de los grupos dominantes en todas las esferas de las prácticas sociales y la supremacía del más fuerte sobre el más débil. Cosa que se irradió a toda la sociedad. Es lo que cotidianamente vivimos en el barrio, en las escuelas, en las canchas de fútbol, en los espacios laborales, en los estrados judiciales, frente a las empresas privadas en general y de servicios públicos concesionados, en las calles seamos peatones o vivamos la jungla del tránsito, y por supuesto en los boliches y lugares donde se concentran nuestros jóvenes. Nada es casual. Los hechos sociales reconocen un proceso histórico. Nada nace de un repollo. Desregular es romper y desaparecer los códigos de convivencia.

El proceso de socialización

Es el proceso mediante el cual las personas se socializan. Es decir, incorporan las formas, reglas, reglamentos, actitudes y conductas que están establecidas para el conjunto social y son imprescindibles para poder convivir con los demás. Desde caminar en dos pies, controlar esfínteres, comer con utensilios y no con las manos, incorporar el lenguaje común, hasta los valores, normas, pautas, conocimientos básicos, reglas de urbanidad y todo lo que es necesario e imprescindible para poder convivir en la particular sociedad en que nacemos.

Este proceso se realiza mediante los Agentes de Socialización, que históricamente fueron la familia, la escuela y la religión. En las últimas décadas los tres perdieron la pelea desigual contra las ¨pantallas audiovisuales”. Primero la tele y después las nuevas tecnologías como los jueguitos electrónicos, internet y el celular. Los adultos perdieron la conciencia del efecto de las pantallas en la socialización de los niños. Los mayores de 50 ya no pudieron acceder al proceso de socialización natural en el contexto y la contención de la familia y la escuela. Se socializaron con los códigos audiovisuales. Y no alcanzan a percibir la razón por la cual sus hijos ignoran y rechazan las normas individuales y sociales que ellos aún tratan de sostener. Cuando un niño llega al jardín de infantes tiene más de 500 horas de exposición a las pantallas, frente a las cuales no tuvo ninguna posibilidad de defensa. La maestra, o segunda mamá perdió la batalla antes de empezar.

Los medios masivos en manos privadas pasaron a ser los principales agentes de socialización, con los códigos de irreverencia, competencia, agresividad, violencia y desinterés social que priman en los contenidos y las publicidades que emiten.

Los intereses políticos en juego.

Desde 1982 los poderes económicos de los grandes terratenientes y las corporaciones económicas cada vez más concentradas y poderosas, aliadas a las corporaciones mediáticas, las cúpulas judiciales y clericales y los poderes internacionales tratan de subordinar a los gobiernos de corte popular que han tratado de defender los intereses del conjunto social. En los últimos 10 años ese enfrentamiento se ha tornado cada vez más salvaje y desde Diciembre del 2019 sabotean cualquier tipo de medidas que el gobierno de Alberto Fernández intente aplicar y cualquier forma de diálogo en el ámbito legislativo. La judicialización de la política y las tácticas del lawfare son dos de sus principales herramientas.

La conducta de los medios masivos de información.

La tercera herramienta para la desestabilización del gobierno son los medios de información que actúan en bloque coordinados y dirigidos por el grupo Clarín. Desde las Paso de Agosto de 2019, en que se evidenció que el Frente de Todos ganaba las elecciones generales y asumía en Diciembre de 2019, los grupos mediáticos que manejan el 80% de la producción y la distribución de noticias lanzaron una brutal campaña de desprestigio contra el gobierno de Alberto Fernández, minando la confianza y la credibilidad de vastos sectores de la población. Los empresarios y políticos de la oposición salvaje trabajaron con el periodismo de guerra para desacreditar todas y cada una de las acciones del gobierno, tanto políticas como económicas y sanitarias. Niegan la peligrosidad de la pandemia y alientan las movilizaciones terraplanistas, anti cuarentena y anti vacuna. Instalaron la idea de que el gobierno intenta utilizar el Covid 19 para distraer a la opinión pública, proteger a sus funcionarios corruptos y someter a los opositores políticos. Diez meses de un discurso sistemático, permanente y definitivamente tóxico han instalado como lícita la desobediencia y la rebelión frente a las medidas que alienta el gobierno.

La Pandemia en sí misma y las posibilidades de su control.

La pandemia sólo puede ser controlada por la restricción a la circulación de las personas, que somos los que transportamos y diseminamos el virus. Es la única medida efectiva y se opera mediante la cuarentena, aplicada con mayor o menor intensidad según el tipo y nivel de contagios detectados. La oposición salvaje y el periodismo de guerra instalaron la idea de que el problema no es la pandemia, sino la cuarentena, a la que aviesamente denominan confinamiento o encierro. Aseguran que es una estrategia para restringir las libertades individuales, engañar, distraer y mantener en sus casas a la población y doblegar a la oposición.

El proceso específico de la pandemia y la cuarentena en el país.

El proceso de la pandemia lleva más de diez meses y la cuarentena fue rigurosa en los primeros meses para reparar el sistema de salud diezmado por la pandemia macrista y prepararlo para enfrentar la primera ola de contagios, a la vez que se recuperaban las capacidades científico tecnológicas también diezmadas por el macrismo. Luego la cuarentena se fue regulando según las situaciones que atravesaba cada distrito del país. Lo cierto es que todos estamos extrañando y necesitando ver y abrazar a nuestros familiares y amigos.

Hoy ante la segunda ola de contagios y las nuevas cepas desarrolladas por el virus es necesario reforzar la cuarentena, pero la política carancho y el periodismo de guerra aprovechan la situación para incentivar el proceso de descrédito y desestabilización del gobierno alentando a la población a desconocer y rebelarse contra las medidas que debería tomar.

Las diferencias entre adultos y jóvenes.

En el mundo y en Argentina se puso el foco en la población de riesgo, que son los adultos mayores y personas con ciertas enfermedades prevalentes, mientras se difundió la información cierta de que los jóvenes se contagiaban menos y de contagiarse, sus vidas corrían menos peligro. Lamentablemente la ideología individualista predominante entre muchos jóvenes mayormente de las clases altas y medias interpretó esto en forma liberal e individualista y no se hizo cargo de que son la fuente directa del contagio a los mayores. Hoy son la población riesgosa, cuyas conductas aceleran la difusión del virus en forma alarmante. Lamentablemente cuando decimos jóvenes se incluyen los adultos jóvenes, la mayoría de ellos padres y madres de familia. Y prioritariamente los que se incluyen en el 50% de la población que ha comprado el relato antipopular de los grupos económicos concentrados.

La falta de límites de los niños, adolescentes y jóvenes

La socialización de niños y adolescentes cambió radicalmente en los últimos 40 años. La influencia de las pantallas opacó los tradicionales valores del respeto por los demás y la sana concepción de los límites en la formación de las futuras personitas. Se instaló la idea de que son los adultos los que tienen que aprender de los niños, y no se percibió que los niños dejaban de aprender de los adultos y pasaban a aprender de los medios masivos y las nuevas tecnologías audiovisuales. Los niños y adolescentes son los grupos sociales más permeables al influjo de las pantallas y hoy se perciben las consecuencias del descontrol que ese proceso produce en las nuevas generaciones. Que como ya señalamos incluyen a los padres y hasta a muchos de los abuelos de los niños de hoy. Muchos analistas sociales consideran que ese proceso es muy similar a la anomia social, que significa la falta de apego general a las normas.

El negocio de la clandestinidad para los empresarios corruptos.

Los niños, adolescentes y jóvenes, distanciados de sus familias y maestros quedan cada vez más en manos de negocios de empresas privadas, como consumidores pasivos de servicios, productos y contenidos electrónicos entre otras cosas. Ejemplos claros de esto son el negocio de los viajes de fin de curso a diversos destinos, como Bariloche, cuya organización y supervisión fue abandonada por los padres y colegios secundarios y en muchos casos se convirtió en un viaje al consumo de alcohol y las fiestas descontroladas, y el negocio de la noche fuera del control y supervisión de los adultos y el propio Estado. En este último caso el alcohol y la violencia son moneda corriente y ya ni siquiera nos causan asombro.

En tiempos de pandemia las fiestas clandestinas son un negocio muy rentable para los empresarios y funcionarios corruptos.

El margen de maniobra del gobierno frente a la situación de pandemia.

Frente a esta situación político social el Gobierno tiene un margen de maniobra muy limitado. Si toma las medidas que el control de la pandemia exige sabe que la oposición y el periodismo de guerra las van a sabotear y van a ser desconocidas por una gran parte de la población. Esto aniquilaría la gobernabilidad. La pérdida públicamente manifiesta del respeto a la autoridad de un gobierno democrático por parte de la población no tiene retorno, y hace imposible que pueda gestionar la política y la economía en el resto de su mandato.

Si no toma esas medidas, o las toma formalmente pero suficientemente edulcoradas, las consecuencias en el plano sanitario van a ser las mismas. En este caso se apoyaría en campañas publicitarias apelando a la responsabilidad individual, en la llegada de las vacunas y el incentivo a la vacunación.

Corolario

Tenemos que aprovechar esta experiencia y la pérdida de vidas que nos cuesta para tomar conciencia de las consecuencias de la ideología individualista neoliberal y de la necesidad de comprometernos en la batalla cultural en defensa de los valores e intereses del conjunto social.

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