Caras lindas
Caras lindas

El gobierno argentino no está obteniendo más y mejores recursos de las empresas concentradas. Antes bien, las mismas quedan incluidas en las acciones de respaldo económico en materia de sueldos, créditos y prórrogas en el pago de servicios. Las firmas de servicios públicos están alzando sus tarifas en silencio, después de cuatro años de inflacionarlas en dólares. El sistema financiero no se mosquea, porque nada exacciona hacia el Estado, pero no se priva de denegar pedidos de créditos planteados por el mismo Estado. Los grandes medios de comunicación siguen recibiendo las habituales pautas provenientes del erario público. Los precios se deslizan hacia arriba, acumulando una creciente que horada el ingreso familiar. En ese marco se suscribió una baja salarial homologada por la cartera laboral.

Todo eso, aunque reprochable, podría ser explicado si los embates mediáticos y opositores hubieran mermado. Si, en medio de los esfuerzos populares en primera instancia y gubernamentales en segundo nivel, el clima general fuera relativamente armónico y destinado a enhebrar los distintos espacios sociales en una mancomunión colectiva destinada a resguardar la salud de todos. Podría señalarse: las cargas son injustas, pero aceleramos el tranco contra la epidemia y luego, vamos hacia los proyectos industrialistas anunciados.  El problema es que todas las concesiones señaladas han tenido como respuesta una brutal campaña de descarado racismo contra nuestra gente y de severos cuestionamientos sobre la gestión del Frente de Todos.

Por estos días, con epicentro en el estúpido cacerolazo de anoche, hubo que soportar mentiras ostensibles y diatribas miserables de los voceros de quienes siguen siendo los mayores acumuladores de riquezas. El suceso advierte sobre la labilidad de ese 80 por ciento de respaldo y, en todo caso, del desaprovechamiento del mismo por parte de los beneficiarios. Había una región de la sociedad agazapada para sacar a luz su antiperonismo, y fue convocada. Pero fue convocada por los sectores antedichos –grandes bancos, productores de alimentos, elaboradores de productos de primera necesidad, empresas de servicios públicos privatizadas, monopolios de cada actividad, medios concentrados-; aquellos a los cuales no se les están tocando sus beneficios y se les permite, a través de la inacción económica oficial, protestar como si estuvieran padeciendo.

Vamos más claro: la tolerancia y el buen trato gubernamental hacia esos poderes, no está rindiendo fruto alguno. Ni siquiera para realzar la imagen del presidente y sus funcionarios, que son continuamente envueltos en condenas y cuestionamientos, que padecen versiones sobre desencuentros y hostilidades horizontales, que reciben insultos rastreros en las redes por parte de personal contratado por esas compañías, para ellos y sus familias. Ni siquiera se ha logrado que Infobae, donde el 50 por ciento de las acciones están en manos de Alguien, amainara su distribución de veneno por unas horas. Es que el gobierno está situado de este lado, créase o no, y las fuerzas de la renta y la antinación lo perciben con nitidez a pesar de todos los beneficios persistentes. Está situado de este lado y tiene naturaleza popular, pero su desarrollo timorato en medio de la emergencia habilita el limado de quienes necesitan evitar su realce y continuidad.

Es una torpeza aseverar, como se dice desde una oposición cercana con consignas nacional populares, que se trata de un tándem Macri – Alberto, como si los brutales ataques de La Nación, Clarín y sus asociados no facilitaran la lectura del mapa de posicionamientos. Y como si la esperanza masiva no estuviera depositada en un jefe de Estado cuyo poder se asienta específicamente en ese número, surgido de abajo hacia el medio de la comunidad. Aquí está el dilema y resulta preciso, en vez de lanzar definiciones tajantes que nos sitúen en el ala nacional de la oposición liberal, cuestionar aquellos aspectos desde el respaldo como está señalando una parte mayoritaria del movimiento obrero organizado y las organizaciones sociales. El lugar desde el cual manan las objeciones es determinante a la hora de contribuir a reencarrilar el sendero abierto tras la elección de Octubre pasado. Pero la alternativa a una equivocación de perfil no es callar y absorber las injusticias como si nada sucediera.

Después de cada entrevista gubernamental concedida a Radio Mitre o a sus amistades, emergen en el aire de los monopolios disparates del medio pelo a los gritos –“no quiero que los violadores vengan a mi casa” “liberan a los ladrones porque son socios” “los médicos cubanos vienen a trabajar por el comunismo” “el gobierno sólo le da cosas a los planeros” o mejor aún “esos negros de mierda se tienen que morir”-. Sin tocar un centavo de esas empresas, pueblo y gobierno deben soportar esas idioteces promovidas específicamente por las mismas y aceptar que el malestar se extienda y desmoralice el ímpetu destinado a salir de este complejo presente. En los comedores sociales miles de militantes –si, militantes, basta de admitir la negatividad inyectada sobre la idea- ayudan a alimentar a cientos de miles de personas sin trabajo. En los centros de salud, los trabajadores del área se exponen a diario para ayudar a “aplanar” la famosa la curva.

Y mientras van a concretar su solidaridad –como camioneros, pilotos, barrenderos, choferes, técnicos y tantos más-  tienen que escuchar los vituperios raciales impulsados por quienes ni siquiera admiten un impuesto excepcional anunciado para una vez en la historia, y por aquellos productores que ni siquiera consideran la posibilidad de abonar la misma carga que le entregaban en 2016 al gobierno liberal responsable del hundimiento previo. Y mientras van a concretar su solidaridad abren las cuentas en sus celulares y se enteran que los servicios públicos les advierten su mora, las expensas exigen pago, los bancos quieren cobrar sus intereses, las telefónicas sacan cuentas sin fundamento; y recuerdan que los precios de los productos crecieron otra vez.

La adopción de medidas inmediatas destinadas a sacar recursos del lugar en donde están (incluidas las personas físicas y las empresas que tienen gigantescos volúmenes en el exterior), sería un gesto de autodefensa que contaría con respaldo colectivo y aseguraría la continuidad electoral de una gestión que es identificada como representativa de los humildes. Es que la distribución del ingreso en la Argentina se ha desplazado en dirección regresiva, mientras los intérpretes de los beneficiarios están a los gritos, como si fueran atacados.En Los Profetas del Odio y la Yapa, Arturo Jauretche ha señalado: De nada sirve hacerles caras lindas.

Arturo Jauretche
Arturo Jauretche



 

Gabriel Fernández es Director La Señal Medios / Sindical Federal / Área Periodística Radio Gráfica

Fuente: La Señal Medios - Reproducido con permiso del autor.

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