Tengo miedo del miedo, no hay virus más dañino que ese. Me preocupa que el mundo tienda a ser cada vez más cerrado, a la estigmatización, al prejuicio, al facilisimo de los chivos expiatorios. No hay nada más contagioso que la falsa información, no hay nada más peligroso que el discurso del opresor cuando prende en el sentido común de los oprimidos. Tengo miedo del miedo, porque es el más eficaz de los disciplinadores, pues hombres y mujeres temerosos se aislan, se repliegan en si mismos, no interactúan con los otros. El virus pasará, pero dejará sus consecuencias sobre las espaldas de los más vulnerables. Nos dirán seguramente que será necesario bajar los costos laborales, flexibilizar nuestros derechos. Nos dirán que será necesario cerrar las fronteras, ser implacables con las penas. Un cóctel de neoliberalismo y xenofobia. De Ceos y policías. De mano dura y libre mercado. Pasará el Coronavirus como han pasado el antrax, la vaca loca, la gripe A. Pasará pero los pobres del mundo seguirán muriendo por las mismas causas que hace mil años, por hambre, por sed y por violencia. Pasará y los dueños del mundo seguirán acumulando más dinero que nunca en nombre de la globalización.