La misma historia de siempre
La fuente de Plaza de Mayo con las aguas teñidas de rojo.

Ayer, a 60 km del Congreso, un pibe de 16 años que corría la coneja, fue  asesinado por un terrateniente. El pibe entró a cazar liebres al campo, en definitiva a hacer un favor al terrateniente ya que las liebres, son plaga. Una simbiosis que podría haber funcionado perfectamente: el pibe hubiera saciado su hambre, el productor se hubiera librado de una plaga que le come lo sembrado. Pero, el odio clasista puede más. El propietario del campo, sacó su brutal y enorme camioneta para perseguir y atropellar al pibito. Mató al niño, y eligió a la liebre. Tanta estupidez repetida a lo largo y lo ancho del país, ya ni se menciona. Duele, con un dolor silencioso, un dolor de llaga viva. Pobres que mueren porque son el alimento del alma tenebrosa del sistema, mientras otros miran para otro lado y agitan banderitas.

En el tercer cordón del conurbano, las angustias son diferentes a las de la zona del Congreso. Pero la metodología es la misma. El más rico, aplasta al pobre. Y nadie pregunta nada. A nadie parece importarle.

Los miles de pobres de la villa 21-24 a escasos 2 km del Congreso, son invisibles. Hace una semana tenían agua. De repente, dejaron de tenerla. El centurión romano vuelve a negarle el agua a Jesús, mientras la plebe se entretiene entre aplausos y epítetos y Poncio Pilatos vuelve a lavar sus manos...  Los ladrones del templo no serán sacados a latigazos, a ellos se les rellenarán sus alforjas con nuevas monedas con las que compren nuevos caballos briosos con los que aplastar a más pobres... Los panes y los peces se pudren antes de ser repartidos. Nadie pregunta por qué.  Es así. Fue así y será así.

Jaurías de perros asolan a los desgraciados que deambulan recluídos por haber extraviado su razón... Algunos son devorados a plena luz del día, por esa jauría que es negada por la autoridad, extinguiendo la vida de otro pobre cuyo nombre tímidamente aparece en un diario con culpa progresista. Y otras jaurías ladran y aúllan  para hacer mucho ruido y que no pensemos. El "tapabocas" es obligatorio. Las anteojeras, vienen incluídas en el combo. Nadie pregunta, nadie quiere razonar en voz alta. El mundo se ha puesto peligroso para opinar.

¿Tiene que morir de hambre, aplastado, o por una enfermedad prevenible un niño?

Hace 210 años, Mariano Moreno decía :  "El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal." Después de esto, a Moreno lo tiraron al agua. Desde aquella ilusión colectiva a las de hoy, mucha agua pasó bajo el puente, muchos Morenos y muchos morenos fueron silenciados. La independencia no es más que una declaración de principios. Si los morenos de la Patria siguen siendo carne de cañón, esclavos de un sistema de producción de pobres, simples engranajes a los que se reemplaza con otra rosca, entonces no habrá Patria, ni quien de la vida por ella. Si se compra el silencio, si se vende el alma, si la vida es remarcada de acuerdo a dónde te tocó nacer,  si elegimos quién vive y quién muere, ya no somos humanos. Si la Patria se convirtió en comer locro y pastelitos una vez al año, mientras arrecian las ollas populares, tal vez no tengamos destino. Los slogans no alcanzan para tapar la injusticia. No hay escarapela que pueda ocultar el dolor, ni bandera tan grande para negar la verdad. 

Hoy los morenos siguen siendo tirados al agua. O privados de ella.

 

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