La pandemia sobre la pandemia
La pandemia sobre la pandemia

Se dice que el mundo no va a ser el mismo después de la pandemia: algunos auguran el fin del capitalismo mientras que otros, más pesimistas, predicen un mundo de desigualdad extrema, de mayor control social, donde faltará el trabajo y no habrá lugar para todos. La realidad es que esta pandemia del coronavirus no hace más que agravar un contexto mundial de gran desigualdad que se viene gestando de hace tiempo.

El avance del capital financiero por sobre el capital productivo, el surgimiento de una nueva casta de multimillonarios que ganan terreno en la política y en los medios; ha tenido como contracara una sociedad más desigual e injusta. Según el informe de 2019 de la ONG Oxfan International, 2153 multimillonarios acaparan más riquezas que el 60% de la población del planeta, el 1% más rico del mundo posee más del doble de la riqueza que las 6.900 millones de personas menos ricas, es decir que el 92% de la población mundial.

Claramente algo no funciona, tal es así que algunos de los que forman este ínfimo 1% han advertido que tanta desigualdad puede llegar a ser nociva , por lo que en el año 2010 han fundado en EEUU, la llamada “Patriotic Millonarie”, donde se reclama, entre otras cosas , sistemas impositivos más justos. ¿Traición a su clase, altruismo, solidaridad? Nada de eso, estas personas, más que beneficiadas por el sistema capitalista saben que los sistemas tan desiguales en algún momento estallan, porque ningún pueblo soporta tanta explotación.
El multimillonario nortemericano Nick Hanauer, ha advertido en una de sus charlas TED del año 2014: “Cuidado compañeros plutócratas, si no hacemos algo para corregir las desigualdades económicas evidentes en nuestra sociedad, las horcas vendrán hacia nosotros, porque ninguna sociedad libre y abierta puede soportar este aumento en la desigualdad económica”.

“Cuidado compañeros plutócratas, si no hacemos algo para corregir las desigualdades económicas evidentes en nuestra sociedad, las horcas vendrán hacia nosotros, porque ninguna sociedad libre y abierta puede soportar este aumento en la desigualdad económica”

Nick Hanauer

El plutócrata no se equivocó. Los años 2018 y 2019 han sido de grandes luchas mundiales contra la desigualdad y la injusticia, empezando con Francia y los chalecos amarillos, siguiendo con Irán, Ecuador, Haití y Chile; todos países cuyos pueblos se han levantado por el aumento de precios de la gasolina, el transporte, por el cambio en el sistema de pensiones, el desempleo. Caso paradigmático y cercano el de Chile, cuyo lema de lucha fue “no son 30 pesos, son 30 años”, claramente denunciando décadas de opresión pinochetista y neoliberal.

Y llegó esta pandemia que forzosamente nos sacó de las calles, que nos enfrentó al miedo y a la muerte, que nos demostró la importancia de lo público y puso en evidencia la irresponsabilidad de aquellos gobiernos que dejan las cuestiones esenciales en manos del mercado.

EEUU, una de las potencias más poderosas del planeta se encuentra con un drama doble: los más de 50.000 fallecidos por la COVID 19 y los más de 25 millones de desempleados aplicando por el seguro de desempleo.

Pero la cuestión no queda allí: más allá de lo acertado o equivocado de las medidas sanitarias, otro problema se nos viene encima. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) ha informado que se estima la pérdida de 195 millones de puestos de trabajo y que la crisis mundial que se avecina es comparable a la que dejó la Segunda Guerra Mundial. A su vez la ONU advierte que podrán morir de inanición alrededor de 300.000 personas por día durante tres meses a causa del Covid, y aquí me permito un parate…¿será realmente a causa de la COVID, o por culpa de una injusto sistema de reparto de riquezas, por falencias estructurales, por negación de derechos de antaño, por la pobreza extrema que ante una pandemia estalla de manera inexorable? Para ejemplificar, y volviendo al informe de la ONG Oxfan, todo el presupuesto anual en Salud de Etiopía equivale al 1% de la fortuna de Jeff Bezos, dueño de AMAZON, que asciende a 112 mil millones de dólares. Allí es donde radica el quid de la cuestión: si la pandemia inevitablemente acarreará pérdidas económicas además de las humanas; resulta imperioso repensar en quienes están en mejores condiciones de afrontarlas. ¿Seremos los trabajadores los que otra vez sobrellevaremos la crisis sobre nuestras espaldas, nos veremos obligados a mendigar por un empleo, a aceptar rebajas salariales, a hacer filas para recibir un plato de comida? ¿Es este un sistema que realmente funciona, donde el 1% de la población se lleva más del doble que el 99% restante, dónde cada vez los lugares se achican y el derecho a una vida digna se nos aleja?

Definitivamente el peor virus que nos aqueja es esta cultura del individualismo extremo, la falacia de la meritocracia, el avance del capital financiero que daña a la democracia y a la libertad de expresión. El peor virus es el egoísmo, la gula y la avaricia de este grupo de personas que no cae en la cuenta que a la larga se terminarán destruyendo a ellos mismos.

La pandemia del coronavirus reposa ante otra pandemia que la antecede y está en nosotros encontrar la manera de salir lo menos dañados de todo esto. En nuestro país se está tratando un impuesto extraordinario a las grandes fortunas, que solo toca al 1% de la población, lo que no quita que el poder real y sus medios adictos, estén poniendo el grito en el cielo. Los grandes empresarios piden rebaja de salarios y la CGT ha dado el pie para que otra vez los costos de la crisis recaigan sobre los mismos. Clarín y los suyos apelan a todo para hacer sonar las cacerolas, incluso arengando una “salida masiva de presos”, manipulando el sentido común.

El gobierno elabora planes de asistencia pero los argentinos seguimos agobiados por los mismos de siempre: los precios no bajan, los servicios tampoco, los mismos que ganaron fortunas durante el gobierno de Macri lo siguen haciendo a pesar del Coronavirus. El comerciante que tiene hace 40 días su negocio cerrado sigue recibiendo facturas exorbitantes de Edenor y de Edesur. A pesar de los decretos en materia laboral, los despidos siguen ocurriendo, así como las suspensiones y las bajas de sueldos. Ya son paisaje cotidiano los comedores y merenderos en el conurbano, producto de cuatro años de ausencia del Estado, de destrucción de la industria y el empleo. Otra vez la pandemia sobre la pandemia.

¿Qué nos queda por hacer? Estar organizados, luchar por nuestros derechos, no conformarnos con un panorama de futuro desolador. Hay enemigos visibles que se esconden detrás de la pandemia.

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