Trágica historia de una farsa
Macri y su sombra

“El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”

Aristóteles

"La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa” dice Marx en el comienzo de su ya mítico texto “18 de Brumario de Luis Bonaparte”. Lo que nunca imaginó el bueno de Karl es que esto podía suceder al unísono: tragedia y farsa superponiéndose, yuxtaponiéndose, sobreimprimiéndose en un “Cambalache” como aquel que pintó Enrique Santos Discépolo que, no habrá escrito El Capital, pero…

Claro, Marx no podía ni sospechar eso. Porque, aún teniendo una idea clara y critica de la Derecha, nunca hubiese sido capaz de suponer el nivel de dislate y miserabilidad que Cambiemos le ha impreso a su accionar como partido opositor en las últimas semanas.

Dar un paso al costado del corazón y tratar de observarlos con ojo desapasionado resulta un ejercicio esclarecedor que permite transitar por un instante eso de la tragedia y la farsa, o el cataclismo y la pantomima; o la hecatombe y la bufonada… o coso.

Macri podría ser el paradigma de este disparate que es hoy la oposición… claro, si él pudiese comprender el significado profundo de la palabra paradigma. No debiera uno asombrarse porque, su gestión de gobierno, no fue mucho más que un absurdo con aristas delictivas. Pero este momento mundial, este verdadero drama de la pandemia, lo exhibe con precisión fotográfica en su condición de bueno para nada. No pienso enumerar el inventario de sus despropósitos porque los argentinos los llevamos impresos en la piel, pero déjenme recordar que luego de perder las PASO por más de 15 puntos, hizo campaña -recorrió el país- diciendo que esa elección “no había ocurrido”… Y sacó 40 puntos. ¡Mamadera!

Es ese el preciso instante del inicio de una comedia de enredos, idas y vueltas, provocaciones que serpentean lo chabacano, desafíos que recuerdan a mojaduras de oreja (marchas antitodo, viajes que tienen algo de bravatas, cartas destituyentes firmadas por los presidentes de los partidos que integran Cambiemos); en síntesis: una gran puesta farsesca que llega a su clímax dramático cuando, desde algún lugar de la Costa Azul y a la usanza de los exilados políticos de verdad, envía una misiva desmintiendo al Presidente Alberto Fernández.

Tan luego él, que hizo de la mentira el leiv motiv de su gobierno (sazonada, claro, con espionaje y billetera). Él que dice que no dijo lo que seguramente dijo pero confía que nadie podrá demostrar que lo dijo, aunque corre el riesgo de que de verdad exista una grabación (hoy es tan fácil) de esas palabras y entonces quedaría doblemente expuesto en su brutalidad y en su falsedad porque: “que se mueran todos los que se tengan que morir”, la Tragedia y, “de ninguna manera dije lo que el Presidente ha relatado en estos días”, la Farsa… amigo Marx.

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