11 de marzo
Cámpora al gobierno Perón al poder

Uno comienza a tener la certeza de los años que tiene por el dolor en los huesos y porque hay hechos que para muchos son historia y para nosotros experiencias personales. El 11 de marzo es uno de tales acontecimientos.

El 28 de julio de 1972, en un acto en que están presentes todas las organizaciones que componían la Juventud Peronista se lanza la consigna que enuncia la tarea política: ¡luche y vuelve! También se lanzó la represión a la misma, había que impedir que se ganara la calle. De hecho, quien escribe estas líneas fue detenido con otros compañeros en Villa Scholnik (Hurlingham-PBA) y terminó en la Cámara Federal Penal, herramienta que el partido judicial de entonces le brindaba a la dictadura de entonces, para perseguir políticamente al peronismo.

El 31 de agosto de 1972 era la fecha que mañosamente se había puesto para que los candidatos a presidente en las futuras elecciones estuvieran en Argentina. Para los leguleyos actuales, sí, no era proscripción, pero a Perón no le garantizaban su seguridad personal si venía. Ese día, las juventudes políticas salieron a la calle de las ciudades argentinas a mostrar que si un pueblo está allí no hay quien lo pare.

Para impedir cualquier negociación con Perón, los halcones –por entonces Patricia Bullrich solo tenía 16 años y era “cheta”, la militante peronista era Julieta, su hermana mayor- los marinos producen la llamada «masacre de Trelew». Los restos de varios de los asesinados son velados en la sede del partido justicialista en CABA y allí irrumpe una tanqueta de la Policía para impedir la despedida en paz de familiares y compañeros.

El 17 de noviembre Perón desafía a la dictadura y vuelve a la Argentina. Ezeiza y sus alrededores estaban sitiados por el Ejército y la Policía. Hubo que caminar en silencio, durante toda una noche, sorteando las patrullas militares para llegar a la madrugada al puente sobre el río Matanza, detrás de ciudad Evita y al costado de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral. Allí la represión apuntaba a la columna con ametralladoras pesadas y tanques, luego llegarían las cargas de la Policía montada.

El 18 de noviembre miles y miles de jóvenes vimos por primera vez, cara a cara, a ese hombre por cuyo regreso hacia 17 años que luchaba nuestro pueblo. Para eso no hay palabras.

Allí comenzó la campaña en términos más tradicionales, los actos y movilizaciones: Cámpora al gobierno, Perón al poder. Y entonces llegó el 11 de marzo, para algunos era volver a votar después de 8 años, para otros un inicio tardío para estrenar la Libreta de Enrolamiento. Ese día, por la noche y escuchando los resultados comenzó un pueblo peronista a festejar con asadito y, los más jóvenes, a ganar la calle sin el temor a que llegue «la cana». Muchas gargantas quedaron afónicas gritando ¡Viva Perón, carajo! También hubo grandeza, la ley decía que ganaba en primera vuelta quien obtuviera el 50% más uno y el peronismo había reunido con su Frente Justicialista de Liberación el 49,5% y allí, un radicalismo que todavía gozaba de sentir popular anunció que renunciaba a presentarse en una segunda vuelta.

El 11 de marzo es todo eso. Es lucha, fe y trabajo de la militancia. Hoy podemos tomar dos cosas de aquel ejemplo: la política es la herramienta para transformar la realidad y actualizar una de aquellas consignas: con proscripción no hay democracia.

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