Doña Rosa no es necesariamente una ama de casa,  tampoco necesariamente una mujer, cuando lo uso en algún escrito no casualmente  lo pongo entre comillas para separarme ideológicamente del término. "Doña Rosa" es todo lo que queremos transformar, porque este estereotipo construido por el fallecido periodista Bernardo Nestaudt, allá por los años '80, refería a un interlocutor pasivo, a un espectador poco instruido, manipulable. Entonces la labor de los medios de comunicación era la de enseñarle cómo pensar, como sentir, como percibirse a si mismo y a la sociedad. "Doña Rosa" era así la encarnación del sentido común, del pensamiento llano, básico, falto de crítica y reflexión. A eso me refiero en mi último escrito cuando expreso que Susana Giménez no deja de ser una doña Rosa, con mucho dinero sí, pero cargada de prejuicios y falta de empatía. A quién le habla Susana? Quienes se identifican con sus formas de entender lo social? Lamentablemente todavía hay quienes creen que los pobres son responsables de la pobreza y que la desigualdad social es natural e inevitable. Todavía hay quienes creen que un ser humano merece morir por robar un celular o una cartera. Lamentablemente las "doñas Rosas" están por todos lados pero las más peligrosas son las que tienen el poder de comunicar y crear sentido. No todo el mundo debería salir en los medios a opinar de cualquier cosa, o hacemos polémica o informamos con responsabilidad. Quienes trabajamos en la comunicación desde un sentido crítico buscamos justamente crear la antítesis de las '"doñas Rosas"; pues apelamos a un sujeto que se haga parte en el proceso de la comunicación. Que no sea un mero receptor de datos sino que nuestras reflexiones lo inviten a la duda, a cuestionar lo establecido, a construir su propia verdad.