Mucho nos hemos indignado estos días por las publicaciones de Pablo Matera, ex capitán del equipo nacional de Rugby "Los Pumas". Claramente sus expresiones, a pesar de tener 17 años al momento de realizarlas, resultan a todas luces aberrantes y discriminatorias. Hay que tener la mente y el espíritu muy dañado para burlarse de una persona por su trabajo, por su color de piel, por su nacionalidad. Creo que esas cuestiones como el respeto a los seres humanos como tales se aprenden desde la casa, y lamentable algunos olvidan que todos somos iguales ante la ley y sujetos de derecho. Pablo Matera es producto más que de un deporte violento, de una sociedad violenta, de una clase social que se proyecta superior, cuya mirada hacia el otro es la de desprecio y desconocimiento. Cuyo discurso sobre la meritocracia esconde detrás un ideal de sociedad de castas: dónde el que nace pobre muere pobre. Hace unos días leía una nota en clarín dónde comparaba a este pibe con Maradona, que se titulaba "ni ángel ni demonio"; pretendiendo justificar lo injustificable, porque más allá de los errores que en su vida personal haya cometido nuestro amado ídolo popular, siempre fue coherente en su mirada política, en su no olvidar sus raíces, en remarcar hasta último momento que el sabe bien lo que es pasar hambre. Quizá también haya algo de coherencia en la mirada de Matera, como también la hubo en los asesinos de Fernando Báez Sosa, cuando entre 10 lo mataron a golpes diciéndole que era un "negro de mierda". Pero miremos de otro lugar, entendamos que más allá del repudio que nos generen los comentarios de este pibe no es lo peor que nos ha pasado. Un capitán de los Pumas no tiene incidencia en el Estado, ni maneja las arcas públicas. El problema es cuando gente que representa estas ideas llega a lugares estratégicos de poder: cuando llegan a diputados, senadores, gobernadores, jefes de gobierno o presidente. Durante cuatro años tuvimos un presidente cuyas ideas sobre la sociedad eran iguales a las de Pablo Matera, que fue elegido aún exponiendo que "el trabajo es un costo", que se "cae en la escuela pública", que gobernó el país con un desprecio de clase total, donde nos dejó endeudados por cien años, dónde se habilitó matar por la espalda, dónde se desmanteló el Estado y se perdieron miles de puestos de trabajo. La ex gobernadora María Eugenia Vidal fue muy sincera al decir que no iba a abrir hospitales y que "para que abrir más universidades en el conurbano si todos sabemos que los pobres no llegan a la universidad". Hace poco fueron escandalosas las declaraciones discriminatorias hacia los docentes por parte de la actual ministra de educación de CABA, la señora Soledad Acuña, quién dijo que en los últimos tiempos quienes acceden a la formación docente son gente cada vez más vieja y más pobre. Lo piensa así el mismo jefe de Gobierno, el intocable para los grandes medios, Horacio Rodríguez Larreta, que ahora reclama que con lo que "le sacan" de coparticipación podría construir x jardines, urbanizar x barrios; y no se acuerda que en plena pandemia dejó a las villas sin agua.
Recordemos si no en que circunstancias murió la señora Ramona Medina. Así también pensaba el ex director del Banco Central Javier González Fraga, el qué facilitó la gran estafa de Vicentin cuando dijo "le hicieron creer a un empleado medio que con un sueldo medio se podía comprar un celular o irse de vacaciones". Muchos de los que durante el velorio de Maradona se rasgaron las vestiduras poniendo fotos del Dr. Favaloro, olvidando que fue el neoliberalismo feroz quién lo llevó al gran cirujano a la muerte, que Horacio Rodríguez Larreta era director del PAMI en ese entonces. Debería darles vergüenza en nombre del Doctor Favaloro poner el voto en Macri, Vidal o Larreta. Por eso digo que es importante no perder la memoria y tener presente lo que sucede cuando nos gobiernan estas clases que desprecian al pueblo, lo grave que es cuando se hacen del Estado y forman parte de la dirigencia política. Durante el macrismo se desmantelaron ministerios enteros, se desarticularon planes de inclusión como el conectar igualdad, se quitaron pensiones por discapacidad, se dejaron vencer vacunas para los chicos, dejaron a familias enteras en la calle, nos endeudaron por cien años, rifaron nuestra soberanía. Nos gobernaron los pumas y tristemente en algunos lugares todavía nos gobiernan.
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