Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia
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A 24 de marzo se conmemora en Argentina el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en recuerdo de las víctimas de la última dictadura militar y para no olvidar que cada golpe de estado es una tragedia colectiva irreparable.
Ese día pero de 1976 un golpe cívico militar depuso al gobierno constitucional existente y dio inicio a la más sangrienta dictadura de nuestra historia. La ilegalidad duró más de siete años.
Ese golpe de estado tiene su historia. No fue un arrebato circunstancial. Fue parte de un plan diagramado y ejecutado en el sur de nuestro continente. Hasta ese día Argentina era el único país del Cono Sur con un gobierno constitucional. Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile eran gobernadas por dictaduras. Algunas desde hacía muchos años, otras recientes. Todas sangrientas.
El 24 de marzo se cerró un círculo infernal que determinó la consolidación del Plan Cóndor, una red de espionaje, tortura y muerte ideado por el jefe del Departamento de Estado de EE UU Henry Kissinger que consistió en la coordinación y apoyo mutuo entre las dictaduras del Cono Sur para masacrar opositores y actuar como una organización clandestina internacional para desplegar la estrategia del terrorismo de Estado en el continente americano. 
En Argentina hacía tiempo que se vivían tiempos convulsionados y contradictorios. El gobierno electo por el 62% de los votos en 1973 había logrado estructurar un Pacto Social que sostenía una participación elevada de los salarios en la economía. Al mismo tiempo, en el exterior se produjo la crisis del petróleo que impactó profundamente en los países en vías de desarrollo e internamente irrumpió la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) que consumó 683 asesinatos en tres años y obligó al exilio a cientos de personas.
En 4 de junio de 1975 se anunció el “Rodrigazo” un plan económico que implicó una fuerte devaluación del peso, aumento de los servicios públicos, el transporte y los combustibles y topes a los aumentos salariales acordados en las negociaciones colectivas. Los trabajadores/as se repusieron rápidamente de ese “shock”, se organizaron, realizaron infinidad de huelgas, se movilizaron a Plaza de Mayo, lograron la homologación de aumentos salariales superiores a la inflación y eyectaron del gobierno a José López Rega y a Celestino Rodrigo, ministros de Bienestar Social y de Economía. 
Semejante demostración de organización y acción coordinada de miles de trabajadores/as dentro del marco democrático alertó a los golpistas de turno. El pueblo argentino sufría las contradicciones gubernamentales pero estaba decidido a mantener la democracia y a luchar por sus derechos. La firmeza del pueblo para defenderse era un problema para quienes querían destruir la democracia.
En octubre de 1975 se dividió el país en cinco regiones militares y el 18 de diciembre se produjo el primer intento de golpe de estado desde la Fuerza Aérea. Algunos aviones despegaron de la Base Aérea de Morón y ametrallaron la Casa Rosada. El intento fue sofocado pero habían dado el aviso y, finalmente, habían cumplido un objetivo: entronizar al trío golpista (Videla, Massera y Agosti) al mando de las tres fuerzas armadas. 
El 16 de febrero las entidades patronales nucleadas en Apege realizaron un lock out en todo el país, el dólar fue subido intempestivamente a $32.000 la unidad y la inflación de ese mes trepó al 20%. El complot funcionó, la debilidad gubernamental fue evidente y nuestro país sufrió un golpe tremendo.
El mismo 24 de marzo efectivos de las fuerzas armadas estaban apostados en las puertas de las grandes fábricas con listados para encarcelar trabajadores/as. Se vino la noche y fue muy larga.
Se instaló el estado de sitio, la pena de muerte y la censura de la prensa; los lugares de trabajo y producción se consideraron objetivos militares, se prohibió el derecho de huelga, se intervinieron los sindicatos y las confederaciones sindicales y empresarias, se suspendió la actividad de los partidos políticos, cesaron en sus funciones a todas las autoridades nacionales, provinciales y municipales, así como a las Cortes de Justicia nacionales y provinciales y se declaró en comisión a todos los jueces. 
Desde el inicio de la dictadura hubo desaparición de personas, encarcelamientos, torturas, asesinatos, despidos masivos e intervenciones de todo tipo en las instituciones. Existieron más de 500 centros clandestinos de detención en todo el territorio nacional, vuelos de la muerte, apropiación de bebés, robo de propiedades y empresas. El resultado fue siniestro. 30.000 personas desaparecidas, más de 500 hijos e hijas de detenidos y desaparecidos apropiados por sus verdugos, decenas de miles de exiliados, centenares de miles de despedidos y cesanteados, una economía devastada y un país en vías de entrega. 
Los obreros, empleados y autónomos totalizaron el 53% de los desaparecidos, el 21% fueron estudiantes, el 10,5% profesionales, el 6% maestros/as, el 4% amas de casa, el 2,4% conscriptos y personal de fuerzas de seguridad, el 1,5% periodistas, el 1,3% actores y actrices y el 0,3% religiosos/as. El 85% de los desaparecidos/as tenía entre 16 y 40 años. 
La extranjerización de la economía fue creciente y la deuda externa creció en forma exponencial. Cuando asumió la junta militar la deuda era de 7800 millones de dólares; cuando se fueron era de 44.000 millones. En abril de 1981 el presidente del Banco Central, Domingo Cavallo, implementó un seguro de cambio para las empresas privadas endeudadas que devino en una estatización de esas deudas por un valor de 5.000 millones de dólares. Las beneficiarias: Acindar, Alpargatas, Autopistas Urbanas, Banco de Italia, Celulosa, COGASCO, Pérez Companc. En noviembre de 1982, el Banco Central directamente estatizó parte de la deuda de las empresas privadas por un valor de 17.000 millones de dólares. Las beneficiarias: Alpargatas S.A., Grupo Macri, Bunge y Born S.A., Grafa S.A., Molinos Río de la Plata, Loma Negra S.A, Banco Francés del Río de la Plata, Banco de Galicia, Pérez Companc S.A., ACINDAR S.A., Ingenio Ledesma. 
El pueblo resistió la muerte, la represión, la entrega, las traiciones y los despidos en condiciones de absoluta inferioridad frente al poder que definía la vida de las personas cotidianamente. 
La lucha inicialmente solitaria de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y los organismos de derechos humanos fueron hitos de dignidad que develaron la tragedia que significaban las desapariciones forzadas, los encarcelamientos y las torturas. 
Las huelgas de 1977 protagonizadas por los trabajadores señaleros, ferroviarios del Mitre de Rosario y los grandes talleres en Pérez y Villa Diego, Subterráneos de Buenos Aires, telefónicos, pilotos de Aerolíneas, cobradores del Hipódromo de Palermo, de Segba y de Agua y Energía de Rosario, de la flota de Shell, petroleros de La Plata, Comodoro Rivadavia y Mendoza, de Encotel de provincia de Buenos Aires y Mendoza, de Obras Sanitarias, de la planta de Coca Cola y Embotelladora Sáenz Briones, de Cerámicas Lozadur y del Frigorífico Wilson, fueron una demostración de resistencia.
Hubo más. La creación de la CGT Brasil, los paros del 25 de abril de 1979 y del 22 de julio de 1981, la marcha a San Cayetano del 7 de noviembre de 1981, la rebelión del 30 de marzo de 1982 y la marcha del 16 de diciembre de ese año que impuso el cronograma electoral y fecha de caducidad a la dictadura. La resistencia contra los desalojos de miles de ocupantes e inquilinos, la gran muestra de creatividad colectiva que fue Teatro Abierto y las innumerables luchas cotidianas en muchos lugares de la Argentina que demostraron la vitalidad de un pueblo que nunca pudo ser derrotado.
Quedaron secuelas profundas. La transformación económica nacional, la desarticulación del Estado, la aparición de un individualismo corrosivo, la huella del drama humano que significó la desaparición sistemática de personas, la apropiación de bebés. el exilio forzado, las prisiones y torturas, las cesantías y despidos. También quedó incólume la memoria, la exigencia de verdad y justicia, la resistencia popular ante el terror sistemático y la entrega de la Patria, los 134 nietos/as recuperados. 
Por eso repetimos cada vez con más fuerza ¡NUNCA MÁS!

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