El barril criollo inclina la balanza.
campo

El miércoles 28 de abril en el marco de la comisión de energía y combustibles de la Cámara de Diputados de la Nación se dio lugar a la reunión informativa para tratar el marco regulatorio de Biocombustibles con el diputado mendocino Omar Félix a la cabeza de dicha comisión.

De la misma participaron prácticamente todos los actores productivos involucrados en la discusión expresando la gran mayoría de ellos el rechazo al proyecto presentado por el diputado Cleri y a su vez insistiendo en la necesidad de aprobar ya sea la prórroga aprobada por unanimidad por el Senado el 30 de octubre del año pasado o el proyecto de prórroga corta recientemente presentado por el diputado Gutiérrez.

Al margen del mal proyecto que se trata en esta oportunidad cabe resaltar la distinción efectuada por los distintos exponentes de la agroindustria, por derivación del sector agropecuario, a la ley 26.093 impulsada por el gobierno de Néstor Kirchner en el año 2006, un gran enroque de posiciones al encontrar en este sector al gran defensor de dicha normativa como no así en los miembros del bloque oficialista que por lo contrario están actuando como una dependencia legislativa de la secretaría de energía con el sesgo petrolero que esta tiene.

Es sumamente preocupante que una cuestión tan trascendental en términos del futuro de un sector de reciente evolución y procesos de inversión en curso se ponga a revisión de una secretaría de energía que no puede siquiera cumplir con sus funciones básicas en el marco de una crisis semejante como la que se ha vivido por estos días en la provincia de Neuquén o a partir de la interna que se desató esta semana entre el ministro de Economía y un subsecretario de su área en la que, al margen de los actores en cuestión lo que subyace a esta situación es una insostenible indefinición sobre el modelo energético que busca este gobierno.

En medio de esta situación irremediablemente queda el sector de los biocombustibles, claramente señalados en la discusión legislativa del año 2006 como los combustibles de transición hacia el cambio de la matriz energética y los biocombustibles de segunda generación, con aciertos y errores y en muchos casos a los tropezones, hemos logrado conquistar los cortes obligatorios del 12% para el etanol y del 10% para el biodiesel, los cuales se ponen inexplicablemente en discusión y discrecionalmente a merced de lo que defina la autoridad de aplicación, otorgando poquísima o nula estabilidad y seguridad jurídica al sector.

La puesta en discusión a la baja de los cortes es completamente opuesto a los más básicos principios de progresividad y a los compromisos asumidos por Argentina en los distintos acuerdos contra el cambio climático con el acuerdo de Paris a la cabeza. La oportunidad que presenta este sector bio económico en ser un faro de desarrollo federal y a la vez amigable y sustentable con el medio ambiente no es habitual sin embargo la presión petrolera y el desconocimiento apuntan a destruir sus cimientos construidos sobre inversiones de más de tres mil millones de dólares puestas en 54 plantas en diez provincias. Estamos frente a un proyecto de tinte fuertemente unitario y puerto centrista.

Además de lo hasta aquí expuesto, el proyecto es totalmente discriminatorio para con los productores de etanol de maíz siendo el, a priori, gran beneficiado el etanol de caña o el que al menos podría mantener un escenario sin grandes alteraciones ya que nada se puede tomar como previsible a partir de este proyecto. En este sentido se expresaron José Porta (Porta Hnos.-MiniDest), Patrick Adam (Cámara Argentina de Bioetanol de Maíz) y Victor Accastello (ACA-Bio), cada cual desde su perspectiva y rol en lo que refiere al tan necesitado agregado de valor en origen del maíz que producen nuestras tierras, todos ellos insistieron en el panorama que se presentaría de prosperar este proyecto que podría culminar con plantas cerrando definitivamente al verse afectada su capacidad instalada por las discrecionales bajas al corte de etanol de maíz y posteriores cupos que se otorgarían, Adam y Accastello fueron contundentes, la proyecciones indican que, por ejemplo, la planta de la cooperativa ACA en Villa María, con una inversión de 200 millones de dólares, inaugurada en el año 2014, con la presencia de la entonces presidenta CFK, perdería toda sostenibilidad económica al llevar el uso de su capacidad instalada a un 25% como máximo.

Claudio Molina, querido amigo y presidente de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, apuntó directamente al sector refinador de petróleo por sus continuas operaciones mediáticas responsabilizando a los biocombustibles como el factor de aumento de los combustibles en el surtidor y el temor que le tiene el gobierno a estos títulos de diarios. Molina trabajó en la redacción de la ley 26.093, el mismo lo reconoce y en la misma reunión informativa hizo una reivindicación del apoyo que le dieron el ministro De Vido y el presidente Kirchner a esta exitosa política que la dirigencia oficialista actual busca desandar. Algunos actores tanto que participan en la redacción de este mal proyecto como alguno de los pocos productores que la apoyan intentan colocar a Molina como el “enemigo” de este proyecto de ley. Incansable trabajador por una Argentina productiva, agroindustrial y socialmente justa.

En artículos pasados hice referencia al vergonzoso momento que se vivió en una sesión en la que la oposición busco la prórroga de la 26.093 y el Frente de Todos miro para otro lado, lo califique como una mancha que podía llegar a no borrarse nunca más. En esta oportunidad, les digo, si mis líneas tienen algún valor que dudo que así sea, si Molina es enemigo de este proyecto de ley, yo también.

Este proyecto debería avergonzar a los diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, la que aún no cuenta con una estructura productiva de industrialización del maíz. El gobierno provincial se encuentra más preocupado por ingresar en la OFEPHI sin producir siquiera un barril de petróleo que en ser una potencia agroindustrial.

Hace mucho tiempo se está trabajando en un proyecto de ley próspero, superador, que ponga fin a esta larga agonía del sector, sin embargo, el barril criollo sigue inclinando la balanza.

Aún estamos a tiempo.

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