“EL IZQUIERDISMO, ENFERMEDAD INFANTIL DEL COMUNISMO”.   LENIN
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JORGE RACHID

PRIMERO LA PATRIA

www.lapatriaestaprimero.org

 

Las luchas políticas del pasado y del presente, se desarrollan en el seno, las fuerzas propias revolucionarias, resumidas en una frase de Perón que alertaba: “ni apresurados ni retardatarios”. Era casi una apelación de Rodolfo Kush al pensamiento situado, en el marco de la Filosofía de la Liberación, cuando más adelante, estos episodios son analizados, como las continuidades de un proceso de los pueblos, en sus tiempos históricos. Desde Dussel a Casalla, desde Bonilla a Pancho Pesthana, Ana Zagari y cientos más, filósofos argentinos y latinoamericanos ocultos, por la lógica cultural neoliberal dominante, que los quiere hacer invisibles o inviables en sus conceptos.

Porque entonces empezar por Lenin?

Sencillo es apelar al hacedor de la revolución de octubre, que habiendo vencido a los mencheviques, gobernando los bolcheviques, igual se ve acosado por demandas extremas, de profundización revolucionaria, que dan más idea de lucha por el poder interno revolucionario, luchas sectoriales, que de los objetivos propios estratégicos, de ese mismo proceso. Es Lenín quien en el Congreso de la Tercera Internacional Comunista de 1929,  hace una crítica a los comunistas de izquierda de Alemania, acusándolos de querer separar a los líderes revolucionarios de las masas, en una supuesta dictadura de los dirigentes.

Algo similar le sucedió a Salvador Allende en Chile con el MIR y a Perón con las organizaciones armadas en 1973, cuando en ambos casos, pretendieron llevar un proceso de transformaciones paulatino, ampliando sectores al campo nacional, porque analizaron que se encontraban en medio de una ofensiva de EEUU, por el control estratégico sobre América Latina, asediada, bajo la consigna de Henry Kissinger, (premio Nobel de la paz!) del genocidio planificado y rápido, a los fines de amputar generaciones, de la memoria colectiva de los pueblos y de  las luchas revolucionarias. 


 

Como se observará, no siempre el grito más revolucionario, es el más efectivo, para realizar un proceso de consolidación de Justicia Social e Independencia económica, con Soberanía Política, que sea perenne, pétreo en lo institucional, que logre consolidar los cambios producidos, desalojando el coloniaje imperante en el aparato estatal, casi kafkiano, que instala el poder hegemónico, para atar de manos, cualquier gobierno que pretenda reformarlo. De ahí a la democracia tutelada del Consenso de Washington, que sólo acepta el Mercado como ordenador social, sólo hay un paso.

En nuestro país, desde que asumió nuestro Gobierno, se vio con claridad, la debilidad en los objetivos  estratégicos, que significaba haber ampliado la alianza electoral a los fines de vencer al enemigo principal, logrando esa victoria y siendo entregado el Estado, que es una cáscara blindada a los intereses del poder económico hegemónico, aliado a los intereses del capital internacional y avalado por una catarata informativa, que es la verdadera artillería enemiga, a los fines de ocupar el espacio simbólico, de la conciencia colectiva del pueblo. Entregan el Gobierno, conservan el poder.

Umberto Eco en la Estrategia de la Ilusión, hace décadas definía esa herramienta, antes la había descripto Gramsci, desarrollada luego por Goebbels y amplificada por los politólogos y sociólogos marketineros de la actualidad. Esa acción está deteriorando los términos de la democracia tal cual la conocimos, hoy puesta en duda ante la cooptación de estos grupos de poder internacional, económicos, financieros, mediáticos, que arrasan soberanía nacionales y pretenden además, borrar sus memorias históricas, como en todo proceso de colonización, hoy tecnocráticos en sus instrumentos.

Es entonces cuando se produce una reacción a esta situación de dependencia, por parte de los pueblos sometidos, que si son reprimidos por el poder neoliberal, aumenta su capacidad de lucha, pero si transcurre en momentos de Gobierno nacional y popular, produce resignación de objetivos, decayendo la esperanza, que es el principal motor de la militancia política y del voto popular.

Los liberales afirman que sólo la economía determina el favor del pueblo, se equivocan o no les importa. Para el peronismo su dignidad en una complejidad que va, desde la subjetividad a la calidad de vida, donde el salario, el ingreso son una parte, de esa identidad como pueblo, en busca de un destino común, como memoria histórica en marcha, pero de ninguna manera constituye un todo simbólico.

El Cordobazo es quizás la mejor expresión de esta descripción, cuando los trabajadores mejor pagos de la industria automotriz, demolieron en acciones sucesivas, la hegemonía pétrea hasta entonces, del régimen cívico militar, de la dictadura, junto a estudiantes, comerciantes, compatriotas agobiados por el maltrato militar en el poder, que incluía desde persecuciones a asesinatos.

Repasar estos acontecimientos tiene como fin analizar, desde las demandas de la hora actual, los comportamientos sociales y políticos que encarrilan una necesidad de “deconstrucción” del sistema de dominación colonial, de un Estado cooptado por el régimen que perdió las elecciones, pero que como siempre conservó el poder, económico y cultural, atacando y deteriorando, ahora al Gobierno nacional.

Es ahí donde la dinámica esencial de la política, que es tiempo y espacio, se instala con fuerzas. Verdades gritadas a destiempo, sin la acumulación de fuerzas necesarias, sin impacto de acompañamiento popular, sin organización social y política que avale hacia un camino de transformaciones profundas, se pierde en el hilo endeleble de la historia. Eso es porque no se logra ocupar el espacio del enemigo, que aún lo conserva, para hacerse fuerte desde una estrategia de fragmentación del campo popular.

Lo realiza desde hace largas décadas, produciendo entonces fluctuaciones en el proceso político que no deberían existir, si se afianzan los contenidos peronistas de la Comunidad Organizada y un Estado al servicio de los intereses populares, que confronte con el poder concentrado hegemónico, que deberá ser desposeído de esa situación, con el concurso organizado del pueblo.

Por esa razón la única vitalidad posible de un gobierno de alianza multifacética, es apuntalar los objetivos estratégicos, avanzando hacia ellos en cada acción táctica, por más despacio que las circunstancias aconsejen a la conducción política.

 Pero negociar con el enemigo concentrado en su poder, poseedor de la agenda y en sus manos la iniciativa, no es negociar, es sumisión que termina en una nueva debacle institucional.

Es la página que nos entrega la historia de los últimos años, que nos obliga a profundizar en el tiempo que sea necesario, pero desde una agenda propia, con iniciativa política que vaya demoliendo el edificio neoliberal, colonial y dependiente que ha armado el poder hegemónico en la Argentina, siendo preocupante la densidad cultural que ha instalado, desde aspectos macro económicos, hasta capturas del lenguaje y de construcción cultural, en el seno del pueblo.

Entonces sepan nuestros compañeros en Gobierno que “sólo el pueblo, salvará al pueblo” y es en esa zona de tensión en donde se desarrolla el núcleo de la lucha, entre las fuerzas económicas, golpistas y destituyentes, y la militancia que exige profundizaciones,  en forma permanente y un pueblo que además de enfrentar situaciones como la pandemia, la económica, la sobrevivencia, observa preocupada el avance del enemigo, en los pliegues de las luchas sectoriales, por espacios de poder propios, dentro del movimiento nacional, y  que por otro lado los estimula. 

Ser oficialista apuntalar al gobierno popular que tanto costó conseguir, tener pensamiento crítico alto es ser militante, haciendo saber en privado lo que se observa en la marcha, pero tener la convicción de nunca se puede ser funcional al enemigo o al retorno de los brujos neoliberales, que tanto dolor social ocasionaron, saqueando al país y marginando al pueblo. 

Ninguna crítica en voz alta en los medios le sirve al pueblo, debiendo apuntar las energías hacia los verdaderos veedores de la democracia tutelada, que pretende el enemigo a los cuales hay que apuntar e identificar, para el esclarecimiento del conjunto de nuestros compatriotas. 

Así podemos encontrar el camino de derrumbar el edificio neoliberal, comenzando un proceso de Liberación Nacional, popular, latinoamericanista que nos permita reconstruir, con el pueblo en Comunidad Organizada, la Patria Matria Grande, de nuestros sueños emancipadores.

 

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