La culpa no es del chancho
Susana Gimenez

"Si tienen hambre vayan al campo a criar gallinas", palabras que salen de la boca de una señora que se ha llenado de plata gracias a nuestra insistente necesidad de consumir basura en la televisión. Susana Giménez es el exponente de quien habla desde la mediocridad, del mediopelismo histérico que se sube a todas las movidas de la derecha; en parte por defender sus propios intereses, pero también porque básicamente no sabe dónde está parada. Nunca dejó de ser una "Doña Rosa" a pesar de haber viajado por todo el mundo, a pesar de haber tenido la posibilidad de acceder a todo tipo de culturas. Pero a diferencia de la doña Rosa de barrio, la que rezonga del peronismo, de la yegua y de los que "no trabajan para cobrar el plan"; esta ha tenido desde hace años el poder inmenso de comunicar, de llegar a la gente, de crear sentido común. Y lo más peligroso de todo es que siempre ha interpelado justamente a quienes no les interesa la política, al público más manipulable, que se ve reflejado en Susana por sus ideas de "gente común". Muchos le aplaudieron cuando largó su frase "El que mata tiene que morir", y seguramente si le preguntaras a cualquiera que adhiere a esa premisa punitivista no tiene idea de qué dice el artículo 18 de la Constitución Nacional, no saben qué significa el principio de legalidad, de inocencia, ni de defensa en juicio. La propia Susana Giménez tampoco lo sabe, porque su ignorancia es genuina. Ha recorrido el mundo, es cierto, sabrá de Armani, de Dolce & Gabbana, de Luis Vuitton, pero no le preguntes quien escribió el Contrato Social ni por qué sucedió la Revolución Francesa. Puede alguien dar vueltas por todos los continentes, pero si no aprende de la historia de los pueblos, si los viajes no le han servido para conocer las injusticias del mundo, para comprender al otro en su sufrimiento y así abrir la cabeza; entonces es lo mismo que no haber salido más allá de Los Polvorines (uso el nombre de mi ciudad a modo ejemplificativo). Susana Giménez es una ignorante, habla desde sus prejuicios y además carece totalmente de empatía. Nunca ha dudado en abrazarse a los gobiernos que más daño han hecho al pueblo y se ha mostrado opositora de aquellos que lograron conquistas sociales y amplitud de derechos. Pero el problema no es la propia Susana Giménez, como dice el conocido refrán "la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer". Quien busca la opinión de esta señora en temas políticos y sociales sabe de antemano por dónde irán sus respuestas. Y sabe que lamentablemente crean sentido. Más allá que de este lado repudiamos lo que dice, tristemente mucha gente cree que los pobres deberían "irse al campo a criar gallinas". Como si fuera tan fácil, como si poblar el campo no debiera ser una política pública de incentivos, de planificación demográfica. Seguramente esta señora no sepa ubicar las provincias de su país en un mapa, pero el problema es que sus declaraciones ayudan a la construcción de ese sentido común perverso que tanto luchamos por combatir.

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