La mano del opresor no cede sus posiciones, sin presión del oprimido

Nota del editor: este artículo se reproduce con permiso del autor y fue también publicado en PRIMERO LA PATRIA
 

En los países que han sido colonizados hasta mediados del siglo XX, africanos y orientales, siguen sufriendo la prepotencia de minorías dominantes colonizadoras, más allá de procesos de liberación nacional. Esa impronta está orientada a la preservación de sus intereses históricos, consolidados en siglos.

En América Latina la lucha por la independencia de los pueblos de la colonización española, hizo que el Imperio inglés, durante el siglo XlX, luego de frustradas invasiones, decidiera operar sus planes, desde la colonización económica, para lo cual era necesario, producir la balcanización a través de burguesías locales aliadas, que fueron destruyendo, uno a uno, los sueños de la Gran Colombia de Bolívar, la utopía liberadora de San Martín y la propuesta de Patria Grande de Artigas.

Los procesos populares fueron aplastados por las armas, bajo consignas de civilización iluminista de la época, que invadía a las oligarquías locales, produciendo la marginación de las mayorías populares, consolidando la dependencia colonizadora. Esa situación se prolongó hasta mediados del siglo XX, en donde la nueva potencia dominante, EEUU se hizo cargo de tutelar las políticas hegemónicas en nuestro continente, acabada la segunda gran guerra, creando para ello diferentes instrumentos económicos y militares, que permitieran preservar los recursos naturales de nuestros territorios a sus intereses.

A partir de esa definición estratégica, cualquier proceso popular, fue declarado enemigo de los intereses de EEUU, siendo perseguidos sus líderes, asesinados, desplazados del poder cooptados o desaparecidos como el caso de Jacobo Arbenz en Guatemala, Eliecer Gaitán en Colombia, Camaño Deno en Dominicana, Sandino en Nicaragua, Getulio Vargas en Brasil, Perón en nuestro país, Salvador Allende en Chile y tantos otros que ocuparían páginas, que exceden este artículo.

Fue desde el 2001 cuando en un período de ocupación militar de Oriente por parte de EEUU, es que el Imperio descuida, transitoriamente los intereses en nuestra región, permitiendo que se recree la esperanza de construcción de la Patria Grande, a través del UNASUR e integrarse a otras latitudes, con nuevos actores internacionales al mundo Multipolar a través del BRICS, permitiendo la aparición de nuevos líderes populares desde Chávez a Lula, desde Néstor y Cristina a Evo y Correa, que consolidan la idea de la unidad de los pueblos en bloques continentales, como los señaló Perón en el Modelo Argentino para un Proyecto Nacional en 1974.

Sobre esa situación ha vuelto sus pasos el Imperio, decidiendo la recolonización de ese espacio geográfico que considera propio, “su patio trasero”, que intenta consolidar con sus instrumentos supranacionales, como el FMI, el Banco Mundial o la amenaza de la OTAN, en especial en nuestro país, que tiene un territorio apropiado como Malvinas y una base militar ofensiva, nuclear en sus propias aguas territoriales. Un país colonizado en partes de su territorio, es la mejor expresión de la garra opresora del colonizador. Y esa es la visible, las telarañas invisibles del poder económico y social en lo cultural, son aún más dramáticas, porque amputan futuro independiente y sueños del pueblo.

Ese tiempo estamos transcurriendo, un espacio de disputa entre el opresor y el oprimido que busca liberarse, en una lucha que siempre es asimétrica y desigual, en donde sólo vence la inteligencia, porque la responsabilidad del dirigente, en este caso es vencer, no pelear, para lo cual la estrategia predomina sobre la táctica y el tiempo lo define la oportunidad de la batalla, en el momento propicio.

Por esa razón enfrentar las catástrofes heredadas del neoliberalismo saqueador, con inteligencia lleva a resolver el tema de la deuda en el marco posible, la crisis humanitaria en forma urgente, con recursos de todos los presupuestos y el tema de los presos políticos lo debemos resolver desde la militancia política, para evitar poner en riesgo los pilares de la democracia, más allá de un servicio de Justicia claudicante, denigrado y corrupto, infiltrado y operado por servicios de informaciones, la Embajada de EEUU y jueces cómplices con fiscales corruptos.

El peronismo ha debido enfrentar en múltiples ocasiones escenarios similares, y la movilización popular y los objetivos planteados en nuestras tres banderas, deberían ser causa suficiente para enfrentar la garra del colonizador en una política, que permita ir consolidando las bases estructurales de los próximos 70 años de felicidad del pueblo y grandeza de la Nación.

 

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