La Pandemia es política
Hospital reubicable del Ejercito Argentino. COVID-19

Decía Bertolt Brecht que no hay peor analfabeto que el analfabeto político. Ayer recibí una crítica que decía que una pandemia no es momento para hacer política, que tenemos que estar todos juntos para salir de esto. Y sí, es tentador pensar que el Coronavirus viene a cerrar la grieta, pero la realidad es otra y desde mi lugar de comunicadora no puedo permitirme pecar de esa inocencia. Vayamos al primer planteo, en nuestra mirada política del mundo, no se trata de ser oportunistas sino de resaltar que todo lo que nos sucede y nos atraviesa, incluso esta rarísima coyuntura, tiene que ver con lo político. 

Son  temas políticos el antes, el durante y el después de la pandemia. Son temas de Estado el lugar en que ponemos a la salud pública. Miremos a EEUU, con su sistema de salud privado, dónde un análisis del covid 19 cuesta 3000 dólares. ¿Cómo creen que se frena el contagio si los infectados andan por la calle sin saber que lo están? No es casual que Italia sea el país con mayor número de enfermos en Europa, siendo que desde el año 2008 ha optado por ajustar en salud pública y ahora hasta los más ricos se están muriendo. Si decimos que acá estamos tranquilos porque a pesar de todo tenemos salud pública, y un gobierno que está actuando acorde a las circunstancias, es porque ciertamente hace poco tiempo no teníamos ministerio de salud. Y eso también fue parte de una decisión política. Despedir médicos, enfermeros y profesionales de la salud o precarizar sus condiciones laborales, intentar hacer uno de cinco hospitales: eso es neoliberalismo siniestro. Eso fueron los Macri y los Vidal. Eso sigue siendo Larreta aunque ahora se ponga a trabajar junto al gobierno nacional para frenar la pandemia. 

El que salgamos dentro de todo ilesos de esta situación o lleguemos a una catástrofe como la que está viviendo Italia depende de las decisiones políticas que está tomando el gobierno hoy, así como también de esas decisiones dependerá nuestro devenir económico. Porque esta pandemia implica un parate de la economía real a nivel mundial y a partir de eso todo será diferente. 

Remarcar la importancia de un Estado presente ante esta crisis mundial es una necesidad imperiosa. Y para volver a aquello de que a la grieta no la cierra ni el coronavirus basta mirar alrededor: más allá de los que se tomaron la cuarentena para irse de vacaciones,  desoyendo las recomendaciones del gobierno, están también los empresarios que niegan licencia a los trabajadores, los que remarcan precios, los que hacen trabajar a sus empleadas domésticas habiendo vuelto recientemente de Europa, los que aprovechan la crisis para amasar fortunas y que seguramente pedirán flexibilización cuando esto termine. Es inocente creer que aplaudir a los médicos desde un balcón repara el haberles dado la espalda cuando los despedían del Posadas o no haber escuchado a los enfermeros cuando pedían ser contemplados como profesionales de la salud. Negar lo político en todo esto también es una posición política, es elegir otra vez  el lugar de la indiferencia, es la negación del otro como sujeto de derecho, es la subestimación de la cosa pública. Si no aprendemos de esta no aprendemos más.

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