No sólo es el título de uno de los primeros y mejores libros de Michael Foucault, sino una distinción fundamental para sostener una correcta hermenéutica. Sólo adelanto un texto sugiriendo que lo lean porque aquí nació "la madre del  borrego" (1994).

Capital Federal y no CABA

El art. 129 de la Constitución Nacional (reformada en 1994) expresa: “La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente por el pueblo de la ciudad…”

Reparen en la expresión usada: "régimen de gobierno autónomo".

Por sucesivas y toleradas "ampliaciones" en la interpretación de esas tres palabras  ("régimen de gobierno") nos fueron corriendo el arco hasta que  terminamos (y naturalizamos) la actual sigla "CABA". Pintada como corresponde de dudoso color amarillo. Y de la otra empezamos a "olvidarnos".

Por debajo de toda la pelea de superficie está eso. Fui testigo presencial, entonces, (en Santa Fe en la Convención del 94), como asesor de Antonio Cafiero, jefe del bloque de la Provincia de Bs. As. y autor de la odiadísima "Ley Cafiero",  que ponía los límites a la tal "autonomía" recién promulgada.

El macrismo se encargo de ir desmontando paso a paso todos los límites impuestos a esa ley, haciéndose transferir de a poco todas las atribuciones y dinero que no le corresponde por origen.

La Provincia de Buenos Aires cedió en 1880 (luego de cruentos debates y enfrentamientos) esa porción de territorio suyo para que sea "Capital Federal de todos los argentinos" (ley de federalización de 1880) y para que el Presidente de la Nación no sufriese (como sufrió por décadas) el hostigamiento e intromisión de una Provincia (Buenos Aires) donde era un simple "invitado". Su figura llegó a recibir menoscabos de todo tipo al dirigirse a su sede gubernamental y más de una vez el Congreso Nacional no podía funcionar porque la policía brava les impedía o dificultaba su paso al recinto.

Se constituyó así la "Capital Federal de la Nación" que tenía un territorio sobre el cual era soberano y gobernaba a través de un Intendente que designaba. (Llegó a estar encerrado en Belgrano, entonces extra muros).

Lo que el tiempo y los hechos juzgaron conveniente (y es correcto) es que el Pueblo de este "Distrito Federal" eligiera directamente sus propias autoridades y tuviese una legislatura propia (antes Consejo Deliberante) que dictase las "ordenanzas" que la rigiesen.

En 1994 ("Pacto de Olivos" mediante, inicio genealógico  del actual "Juntos por el Cambio"), ese "régimen de gobierno" se modificó. Pero lo modificado fue eso: "un régimen de gobierno", pero NO  su naturaleza  de "Distrito Federal", residencia oficial de las autoridades nacionales, es decir "CAPITAL FEDERAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA".

De seguir así las cosas, no sería raro que las  cosas se invirtiesen y el Presidente de la Nación y el Congreso Nacional deban otra vez buscar un lugar para estar seguros. Somos inquilinos de una CABA "ente autónomo" (¿de qué?, ¿territorio libre de la tutela nacional?). Por supuesto que para el caso de "grave desorden interno" o "alzamiento contra las autoridades nacionales",  la Constitución Nacional tiene previsto un procedimiento específico. No pronunciaré su nombre porque confío en que la sensatez política se imponga, invirtiendo las prelaciones: que la CABA se reintegre a la Nación Argentina, conservando, claro, la autonomía administrativa ya lograda en tanto "RÉGIMEN AUTONOMO DE GOBIERNO" y no "ente autónomo". Entonces, sería lo que en términos ontológicos (que luego hace suyo también el psicoanálisis contemporáneo) se conoce desde antiguo con el nombre de "Phantasma". Piénsenlo por favor, porque no es sólo cuestión histórica o de nombres, sino también  profundamente filosófica y doctrinaria; aun cuando la buena vecina porteña quiera arreglarlo a cacelorasos (¿preludio nuevamente de los fusiles de 1880?), lo cual no es la solución, claro.

Mario Casalla, 19 de abril de 2021.