Un día como hoy, pero de 1868, nacía Lisandro de la Torre: diputado, constituyente de la provincia de Santa Fe, senador, abogado, escritor y enemigo público de la corrupción durante la Década Infame.
Protagonista central de una época convulsionada de la República Argentina, fue un personaje enérgico, conflictivo y contradictorio. Osciló entre su enfrentamiento contra el radicalismo y la lucha contra la dictadura instaurada en 1930, “legalizada” mediante el fraude sistemático en la década siguiente. Impulsor de la autonomía municipal donde obtuvo algún acompañamiento y defensor de un régimen liberal democrático que, muchas veces, promovió en total soledad.
Un hombre clave de nuestra historia.
Nació en Rosario, hijo de Virginia Trinidad Paganini, familiar de Antonio Sáenz (revolucionario de 1810 y primer rector de la Universidad de Buenos Aires), y de Juan Lisandro de la Torre Cárdenas, un comerciante porteño de ascendencia vasca y dueño de una estancia sobre el arroyo Pavón, en la provincia de Santa Fe.
Incluso recién nacido tuvo su primer conflicto. El cura Pantaleón Galloso, un conservador acérrimo, se negó a bautizarlo con el nombre Lisandro, ya que no existía en el santoral. Tras una negociación, los padres acordaron que su primer nombre fuera Nicolás, manteniendo Lisandro como segundo. Quizás el bebé pensó: “Si así empezamos…”.
Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Rosario y luego se mudó a Buenos Aires, donde ingresó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. En solo dos años, obtuvo su título de abogado. Su tesis doctoral anticipó gran parte de su carrera política: la autonomía municipal y la construcción democrática.
De regreso en Rosario, se vinculó con opositores al presidente Juárez Celman y comenzó a desarrollar sus ideas liberales y progresistas. En 1890, participó en la Revolución del Parque junto a Leandro N. Alem. Aunque el levantamiento fue derrotado, logró la renuncia de Juárez Celman e inició un período político dinámico, con un pueblo más protagónico.
En 1891 formó parte de la creación de la Unión Cívica Radical, liderando la rama santafesina. Sin embargo, el fraude electoral de 1892 provocó levantamientos violentos en varias provincias. En Santa Fe, Lisandro lideró la insurrección, que incluyó la toma de Rosario y la elección de Mariano Candioti como gobernador. Sin embargo, las revueltas fueron sofocadas, y las diferencias internas entre líderes radicales marcaron el inicio de su distanciamiento de Yrigoyen.
En 1898 abandonó la UCR. Se dedicó a trabajar en el campo y fundó en Rosario el diario La República. Entre 1900 y 1902, viajó a Europa y a Estados Unidos, donde estudió sistemas federales de gobierno, consolidando su idea de que la autonomía municipal era clave para evitar la concentración excesiva de poder.
En 1908 fundó la Liga del Sur en Santa Fe, y en 1914 creó el Partido Demócrata Progresista (PDP), cuyo perfil combinaba su vasta experiencia política con una capacidad de trabajo formidable. Fue electo presidente del PDP y, en 1916, enfrentó en las elecciones presidenciales a Hipólito Yrigoyen. Aunque no ganó, su partido quedó como segunda fuerza nacional.
En la década de 1930, denunció la corrupción del pacto Roca-Runciman, que favorecía los intereses británicos en desmedro de los argentinos. En 1935, luego de un exhaustivo trabajo de investigación, acusó de fraude y evasión fiscal al frigorífico Anglo y a los ministros involucrados. Este episodio culminó en la trágica muerte de su compañero, el senador Enzo Bordabehere, asesinado en el Senado.
La pérdida de su amigo y el clima político imperante marcaron profundamente a Lisandro, quien finalmente renunció a su banca y se retiró de la vida política. Años más tarde, abatido por la corrupción y la descomposición institucional, se quitó la vida en su hogar.
¡Gracias Lisandro!
Por tu incansable búsqueda de mayor democracia, por tu lucha contra la corrupción y por develar las consecuencias de entregar la Nación a intereses extranjeros.
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