Una noche como hoy pero de 1976 comenzó la cacería de estudiantes secundarios en la ciudad de La Plata conocida como “La noche de los lápices”, en la que secuestraron a militantes estudiantiles de diferentes colegios. En el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se estableció esta fecha como Día de los derechos del estudiante secundario y se incorporó al calendario escolar en cada ciclo lectivo.
Esa sangrienta noche, el operativo fue realizado por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, al mando del general Ramón Camps.
Secuestraron a Claudia Falcone (16 años), Francisco López Montaner (16 años) alumnos del Colegio de Bellas Artes (UNLP), María Clara Ciocchini (18 años) ex alumna de la Escuela Normal Superior de Bahía Blanca y en ese momento alumna de Bellas Artes de la UNLP-, Horacio Ungaro (17 años) del Colegio Media 12 de Gonnet, Daniel Racero (18 años) de la Escuela Normal Nº 3 y Claudio de Acha (18 años) del Colegio Nacional Rafael Hernández, dependiente de la UNLP.
El 17 de septiembre fueron secuestradas Emilce Moler (17 años) y Patricia Miranda (17 años), ambas de Colegio de Bellas Artes (UNLP) y el 21 de septiembre fue secuestrado Pablo Díaz (18 años), alumno de la Escuela Media Nº 2. Previamente, habían existido otros dos secuestros: el 8 de septiembre fue víctima Gustavo Calotti (18 años), del Colegio Nacional José Hernández, y el 10 de septiembre, Víctor Triviño, de la Escuela Media Nº 2.
Según datos recogidos por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), los adolescentes padecieron tormentos en distintos centros clandestinos de detención (Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5ª, 8ª y 9ª de La Plata y 3ª de Valentín Alsina, en Lanús, el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires) y seis de ellos fueron fusilados a principios del año 1977.
Solo Díaz, Calotti, Moler y Miranda lograron sobrevivir a la masacre.
Los demás estudiantes continúan desaparecidos.
Algunos/as eran militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), otros de la Juventud Guevarista y otros no tenían filiación política. Habían organizado y encabezado la lucha por el Boleto Estudiantil Secundario, reivindicación que alcanzaron luego de las movilizaciones de la primavera de 1975 y que la dictadura fue degradando de a poco con sucesivos aumentos del boleto. Su perseverancia había logrado la conformación de la Coordinadora de Estudiantes Secundarios (CES) que constituían los centros de estudiantes de más de 20 establecimientos educacionales platenses.
El golpe de estado del 24 de marzo de 1976 deshizo esa construcción estudiantil y comenzó la barbarie.
En La Plata la represalia a la exitosa campaña por el boleto estudiantil y a la sólida organización de los secundarios platenses se corporizó en “La noche de los lápices”. Se transformó en uno de los hechos más conocidos de la larga noche dictatorial que vivió nuestro país y se convirtió en símbolo para miles de pibes y pibas que reclamaron por sus derechos durante los últimos años del gobierno militar y durante la democracia que todos los días sostenemos y alimentamos.
El 26 de marzo de 2024, el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, condenó a los responsables de estos crímenes de lesa humanidad. Entre otros, se encontraron en el banquillo: el ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, Jaime Smart; el ex médico policial Jorge Antonio Berges y Federico Minicucci; Carlos María Romero Pavón, Roberto Balmaceda y Jorge Di Pasquale. Otro de los acusados, el ex director de Investigaciones de la Policía bonaerense Miguel Etchecolatz, murió antes del fallo.
Todos son represores que actuaron en los centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús, dependientes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Fueron diez condenas a cadena perpetua, una sentencia de 25 años de prisión y una absolución. Un acto de reparación necesario ante tanta barbarie proveniente de un gobierno genocida.
Gracias a ellos hoy el boleto estudiantil es una realidad en todo nuestro país y sus caras adolescentes están en muchos de los colegios secundarios a lo largo y ancho de la Patria.
Son parte de la historia de un pueblo que tiene memoria y exige justicia.
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