Macacha: guerrera, dama y espía

Texto: Anita Zen - Dibujo: Caito Onnainty 

Es un día como cualquiera en el infierno del Clínicas, aunque hace mucho frío, tanto frío que siento el culo congelado. En el hospital se cuela el viento por cualquier hendija, y las estufas están de adorno porque supuestamente generan goteras que le caen en la cabeza a los bebes de maternidad que queda justo un piso más abajo del mío, así que jamás las reparan y en verano tampoco lo hacen porque hace calor. 
Me traje el caloventor de casa, “éramos tan pobres” y con poncho puesto, gorro y guantes empiezo a desempolvar papeles y realizar mis labores rutinarias. En eso se oyen gritos como de cacatúas y de loros. Miro el reloj. Son las 9 de la mañana, ¿quién carajo grita así a esta hora? No tengo humor, si lo tengo no lo regalo fácilmente, y menos a la mañana que es mi peor momento del día. 
Me acerco sigilosamente al comedor, esta vez no voy a calentar nada, esta vez voy a espiar de qué carajo hablan las Surikatas, porque siempre hablan, todo el día hablan, no se callan ni una puta vez y tengo los ovarios secos de escuchar imbecilidad tras imbecilidad, mientras ellas se palmean sus ocurrencias como si fueran pequeñas genios. 
La Suri Doña Rosa dice: 
-Me quiero ir a vivir a Estados Unidos, ya no se puede estar más en este país. Dicen que ya no van a pedir visa para entrar. 
-Ese es un país en serio -dice la Suricuatrochi, con los lentes cada vez más torcidos – donde hay seguridad y libertad. 
¿Libertad, pensé? ¿De qué carajo están hablando estos mamotretos? 
-Porque acá en Capital ya se está poniendo heavy el panorama, no podes andar tranquila con tu celular y tu cartera que los negros se te tiran encima, dice “LaDraMecagoEnvos” nacida en Santa Fe pero que parece que se olvidó.
-Si acá está así, no quiero imaginarme lo que será en el conurbano, decía una SuriUnitaria de mierda, ignorando a la mitad del laboratorio que vive en esas zonas. 
Me quedo detrás de la puerta pensando, mientras me cago de frío, la sociedad rancia que hemos construido. Cinco pelotudas se reúnen en un comedor a opinar como se vive en un país que ellas mismas llevaron a la destrucción con su voto neoliberal. Cinco pelotudas que se llenan la boca hablando de Independencia, Libertad, Derechos, Seguridad, pero en la puta vida hicieron nada para cambiar la realidad de su tierra. Cinco pelotudas que no solo atentan contra su morada sino que encima ante la primera cagada eligen irse, ellas, las suriponciopilatos, que se lavan las manitos con su propio pis hediondo mientras a todos nos hunden en la miseria cada día un poco más. 
Cinco mujeres que no deberían ser mujeres, porque odio que lo sean, detesto que un espécimen como ese sea mi semejante y a esta altura, con 42 años, no voy a cambiar de sexo solo para correrme de esas conchudas. 
A 4 días del 9 de julio me detengo a pensar de qué sirvió habernos independizado o si alguna nos vez nos independizamos verdaderamente, porque cada vez el cipayismo es más fuerte, ni hablar del unitarismo cuando se refieren a otros lugares de nuestro país como el “interior”, donde nosotros ¿que seríamos? ¿El exterior? ¿Hay que hacer migraciones para venir a Capital? Tantos hombres y mujeres que dejaron su vida para lograr que el país escalara a una emancipación y una unidad que nunca llega porque seguimos colonizados, en cuerpo, mente y corazón. 
Y claro, vos sos la anormal cuando lo decís, la rara, la enfermita, la que tildan de loca, la subvertida en un mundo que supuestamente debe ser así, la que lleva la contraria, la que no acepta la marea y la cuestionadora de una realidad que ya no tiene más ganas de aceptar. 
Mi hijo va a actuar bailando una chacarera este viernes, ayer me lo contó, como parte de la celebración de la independencia. Curiosamente la chacarera se llama “Viva la Patria” y me pongo a pensar en la Patria, en nuestros héroes y heroínas, en la historia que nadie te cuenta, en como descubrí de grande los engaños que me forjaron como persona y de los que tuve que despojarme casi arrancándolos para quedar desnuda y volverme a vestir con la historia adecuada.
-No sabe nada la maestra Surikata, ma (me dice el nene que por suerte entiende el concepto Surikata mucho mejor que varios que conozco).
-¿Por qué? Le pregunto con mucha curiosidad.
-Porque nos explica como si fuésemos idiotas, ma. Yo ya le dije que vos me contaste como ocurrió la independencia. Le dije que habías escrito dos relatos sobre Juana Azurduy y Maria Remedios del Valle y ella me dijo que no tenía nada que ver. No sabe nada ma. Y los nenes Surikatos tampoco. 
10 años y ya su ecosistema de conocimiento va cambiando porque es claro que la educación la debemos dar en casa también. 
-Te voy a contar otra historia entonces, la historia de una mujer que fue clave en la Independencia de nuestra nación pero que seguro tu maestra ni conoce ni te lo contará, porque esa mujer salteña pasó desapercibida durante varios años, hasta que algunos historiadores recogieron su nombre y su legado. Te voy a contar sobre Macacha Güemes, hermana del General Martín Miguel de Güemes, una dama que eligió convertirse en espía para servir a la causa de la revolución. 
Se llamaba María Magdalena Dámasa Guemes, y perteneció a una familia de hacendados criollos y cuenta la historia que no hacían diferencias con la peonada y los trataban como iguales. Con su hermano, quien cariñosamente la apodó La Macacha, tuvo un vínculo muy fuerte, dicen que gracias a una infancia de juegos, cabalgatas y sueños compartidos de conquista. 
Lo cierto es que Macacha a los 16 años se casó con Roman Tejada Sánchez, y desde 1810 estuvo codo a codo junto a su marido y su hermano en los partidos salteños de la revolución en contra del gobernador de ese momento, NIcolas Severo de Isasmendi. Luego se unieron a la expedición al mando de Castelli en el alto perú con batallones conformados por los peones y los gauchos a las que llamaron “Los infernales”. Es que tanto su hermano, su marido y ella habían comprendido lo difícil que era ser gaucho en esas tierras feudales y por eso crean la primera estructura guerrillera de la patria con ellos como protagonistas. 
Los hermanos Güemes estaban empeñados en vivir y pelear para ganarle a los señores feudales y por eso les decían a los gauchos que tomaran los que les pertenecía, que las tierras eran suyas, que ellos no tenían dueño y les dieron un poder inmenso, el mejor poder de todos, el poder de la confianza en sí mismos y el valor de conseguir cualquier cosa que se propusieran. 
Macacha, que podría haberse quedado como una dama de la alta sociedad, rodeada de las falsedades de la época, elige colaborar con las campañas que organizaba su hermano nada más y nada menos que en tareas de espionaje que no solo ella sino mujeres que ella reclutaba la ayudaban a realizar. Este eficiente mecanismo de inteligencia llego a complicarle la vida al enemigo quien se da cuenta de que los gauchos de Güemes contaban con la ventaja de conocer de antemano los movimientos de sus rivales. 
Macacha había armado una red de espionaje que comenzaba en su casa, a la que había acondicionado como taller de confección de uniformes para el ejército, y desde la cual se planeaba como llevar a cabo las tareas para espiar. Algunas veces ocultaban papeles en sus polleras, otras los dejaban en el hueco realizado en un tronco de un árbol en la ribera y en ocasiones la propia Macacha, montaba a caballo como en su niñez, embarazada y con atuendo de gaucho, recorría el ejército trasmitiendo los mensajes urgentes. 
El sistema de espionaje también se extendía a las mujeres más fifí que asistían a fiestas y banquetes con la mayoría de clase alta, traidora y acomodada, y su estrategia era conversar con los oficiales españoles y verter mentiras sobre los “imprudentes invasores” seduciéndolos con su hermosura salteña. 
La “madre de los pobres” como la llamaban, fue una mujer con los ovarios bien puestos, que creyó en la causa de la liberación y la Independencia como tantas otras que pasaron por nuestra historia y no tuvieron un verdadero reconocimiento hasta dos siglos después. Porque si hay algo que nos caracteriza a los argentinos es que valoramos a los hijos de puta y le hacemos el mayor monumento a un genocida como Roca pero de Macacha Güemes conseguimos una calle en puerto madero hace unos años. ¿Qué generosos no? 
-Ma, ¿cómo que hay una calle con el nombre de ella y no hay un monumento como el de Juana Azurduy?
-Porque acá en porteñalandia, hijo, no se reconoce a las mujeres valiosas que tuvo nuestro país. Por suerte en Salta creo que si hay un monumento y muchas calles con su nombre, pero ¿te das cuenta? Parece que viviéramos en países distintos y sin embargo somos parte de una misma nación. Pero te sigo contando porque su historia no termina acá y todavía no llegamos al momento clave donde demuestra la clase de mujer que fue. 
A Macacha también le decían “la ministra sin cartera” porque era para la época lo que hoy se conocería como una “operadora política”. Resulta que en el contexto del Congreso de Tucumán que estaba por ocurrir y del cual se declararía la Independencia de las provincias unidas del sur, se enfrentan el jefe del Ejército Auxiliar de Perú, José Rondeau con Guemes, puesto que el primero no estaba de acuerdo con los métodos que utilizaba el segundo en la guerra para la independencia ni reconocía a los gauchos que libraban las batallas contra las tropas realistas. 
Para evitar que los realistas no pasaran más allá de Salta, las tropas de los dos rivales debían unirse y es allí donde Macacha interviene como mediadora para lograr la paz de lo que se llamó “El Pacto de Cerillos”, un acuerdo que priorizó el objetivo nacional por sobre las pavadas infantiles de dos Jefes de Ejercito grandes. 
Así que Macacha, de dama y hacendada, pasó a ser espía, guerrillera y mediadora. Una mujer con muchas caras pero con un solo corazón entregado a la causa de la liberación. Cuentan en algunas biografías que participo activamente en la guerra gaucha al lado de su hermano y que en una ocasión, ante el retroceso de un destacamento a sus órdenes, ella tomó la delantera, levantó su lanza criolla y le gritó al enemigo: ¡cobardes, vean como pelean las mujeres en mi tierra! Y se dirigió a todo galope hacia el enemigo. Fue tan determinante que los gauchos volvieron a sus caballos y la siguieron hasta derrotar por completo a los realistas. 
Nunca abandono sus ideas y acompaño a su hermano hasta el final, incluso fundando un partido llamado “La Patria Vieja” para hacerle la contra a sus adversarios, quienes luego, en una emboscada terminan hiriendo de muerte a Miguel Martin de Güemes, quien fallece a los 31 años en brazos de su hermana. 
Su madre, su marido y ella continúan militando en ese partido y son apresados por el enemigo, pero debieron ser liberados por la sublevación del ejército gaucho, quienes realizaron un saqueo en la ciudad de Salta en un episodio que luego se conoció como “la revolución de las mujeres”. 
-Ma, ¿Por qué no nos cuentan estas historias en la escuela? 
-Porque la historia la escriben los que ganan y está en nosotros recuperar la verdadera historia que está detrás de una epidermis de mentiras. 
Y el nene se levantó llevándose en su haber una nueva historia que quizás nunca le cuenten en la escuela. Y no quiero hablar mal de la escuela, simplemente es un llamado a la reflexión, ¿Cuántas de estas Surikatas del orto alguna vez tuvieron alguna maestra que les cuente sobre esta mujer y otras mujeres tan valientes y valiosas para los argentinos?
Y vuelvo a Macacha y juego con las letras y te formo un anagrama: machaca que viene de machacar, ¿sabes cuantas acepciones tiene ese verbo? Voy a usar dos: deshacer alimentos aplastándolos contra un mortero. 
Con esta acepción agarraría las cabezas de todas las tilingas del comedor que hablan al pedo porque tienen boca y las machacaría hasta dejarlas puré porque no encuentro otra forma de hacerles entender por las buenas tanta ignorancia junta. 
La segunda acepción tiene que ver con la insistencia. Entonces, te digo a vos que estás leyendo este texto largo y te felicito si fuiste tan valiente de llegar hasta el final, machacá todo lo que puedas las verdades que vas descubriendo, insistí con tus parientes, insistí con tus amigos, insistí con tus compañeros de trabajo, insistí y machacales todo lo que puedas esta otra historia que nadie conoce, para que no hablemos al pedo del día de la Independencia si en realidad no sabemos nada sobre ella ni sabemos cómo nos independizamos. Y lo que es peor, como luego de tanto esfuerzo, llegamos a tener un gobierno cipayo que le pide perdón a un Rey por el que murieron miles de nuestros héroes y heroínas en el Alto perú. 
Por Macacha, machacá todo lo que puedas. Machacá cerebros inútiles y machacá a los que valgan. Quizás alguno te escuche y el que no, agarrá el mortero y hacelo puré y metelo como relleno en las empanadas que vas a comer este 9 de Julio donde cumplimos un año más de habernos independizado. Nos falta emanciparnos, pero para ello todavía tenemos que ganar la guerra cultural, porque ya perdimos muchas batallas, pero esta guerra no podemos perderla. ¿Me ayudas en el campo de batalla? Animate y vení conmigo, te espero en la vanguardia, donde estamos los valientes dispuestos a todo por nuestra Nación. 
¡Feliz día de la Independencia para todos los que tenemos la patria en el corazón!

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