Raro dolor este que insiste acá, en el costado. A mi que nunca me gustó el fútbol -será porque jugaba de arquero- siento esta gambeta de “Pachorra” como un tajo.
Sé que se sacó la marca de encima, que vuelve respirar y que asciende gesticulando para que pasemos al ataque: como equipo y como pueblo.
Pero no puedo evitar esta humedad que me anda en los ojos y en el dolor por perder a un compañero y a un jefe.
Dirija, Alejandro, dirija... en el paraíso de las áreas chicas.
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