¿Periodismo? Ni de lejos.
no todo vale

En el canal La Nación+ se suceden los programas cuyo único objetivo es denigrar todo aquello que tenga un tinte nacional y popular, pero últimamente han pasado todo límite de aquello que rigurosamente podemos llamar periodismo.

En un diálogo entre Viviana Canosa y Laura Di Marco no solo despotricaron contra Cristina Kirchner que, con buena voluntad podríamos pensarlo dentro del juego político de la democracia, sino que avanzaron en caracterización y diagnósticos de la hija de la Vicepresidenta invadiendo la vida privada de quien nada tiene que ver con el mundo de lo político.

Ello nos merece algunas consideraciones.

En primer lugar, un diagnóstico solo se puede hacer dentro de una relación paciente-profesional, ya sea en el ámbito de la medicina, la psicología o la psiquiatría, por lo tanto, lo que hizo Di Marco es lo que técnicamente se denomina una «interpretación salvaje». Nos extraña que las asociaciones profesionales de tales especialidades no hayan salido a señalar semejante mamarracho.

Di Marco, a su vez, frente a críticas que se le realizaron trae a colación la serie danesa Borgen de la plataforma Netflix (como «bibliografía» de sustento, un poco pobre) quedando a las claras con el ejemplo que, o es una manipuladora o se quedó dormida y no vio una parte, porque lo que la serie plantea ante un caso similar es, precisamente, que ese tipo de cosas son operaciones políticas mediante las cuales los medios de comunicación se transforman en factores de poder contrariando las bases de todo sistema democrático.

Pero ahí no termina la cosa… queda la cuestión periodística. Para que no se me aplique el mismo criterio que aludí con la medicina o la psicología, debo aclarar que fui profesor universitario de Ética Profesional en la Carrera de Comunicación Social durante casi 20 años, lo cual me otorga algo de autoridad para hablar de la cuestión.

Esto que hicieron no es periodismo porque quien se supone ejerce esa profesión, no puede dejar de reconocer en el otro una dignidad, un derecho a la privacidad, no puede tratárselo como una mercancía, como un fetiche de la mercancía y, para peor, desarrollar opiniones mañosamente, para que aparezcan como información.

El «todo vale» que se inicia con la llamada «agenda Setting», luego la «post-verdad» y se institucionaliza con el «lawfare» transforma a los medios de comunicación en factores de poder que operan de forma indirecta, o sea, juegan en los terrenos político, económico y social ocultando al «titiritero», aunque entre nosotros ya sabemos que es Héctor Magneto.

La Constitución Nacional establece que todos los habitantes de la Nación gozan del derecho a publicar sus ideas por la prensa sin censura previa (art.14) ello supone la responsabilidad de quien habla y no implica la imposibilidad de formular críticas posteriores, claro, eso supone la aceptación de un ámbito de diálogo o discusión democrático. Como lo que hicieron es una operación política es necesario que expliciten quien avala tal acción ¿Borgen? Como decía Hamlet, algo está podrido y no sé si es en Dinamarca.

Esto que planteamos no se sustenta en teorías autoritarias o populistas sino en Bartolomé Mitre, que para difundir sus ideas fundó el diario La Nación, subtitulándolo “Tribuna de Doctrina” o sea, lo que allí aparecía era liberalismo (en el siglo XIX, de eso hoy no queda nada). Es de desatacar que tampoco las asociaciones de periodistas o el sindicato salieran a señalar esta situación.

Finalmente, lo ocurrido no solo hace perder cientificidad a las Ciencias de la Salud, profesionalidad al periodismo, sino que, verdaderamente es un atentado contra la democracia, que forma parte de la estrategia que busca proscribir a Cristina, y recordemos que con proscripción no hay democracia.

Etiquetas

Dejanos tu opinión

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.
CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.