Rubén Essains se dedicaba al periodismo y al pochoclo.
Rubén Esains

Rubén Essains se dedicaba al periodismo y al pochoclo.

Sí, vendía pochoclo en la plaza pero también era periodista .

No sabemos exactamente qué pasó arriba del 257, pero se cuenta que Rubén habría hecho una exhibición obscena. Hay un video, confuso, aunque uno de sus hijos da fe de que se trata del padre.

¿Perdió la razón Rubén, un tipo sin antecedentes sobre esta cuestión? ¿Se grabó él mismo? ¿Alguien lo hizo?

Solo sabemos que el 31 algo les dijo a sus hijos y luego se subió a su moto y no paró hasta Corrientes. Una vez allí se colgó.

Sus hijos lo buscaron bajo el supuesto de un secuestro, o de una afección que lo hubiera obnubilado.

Del escrache, poco se sabe. Dicen que hay una mujer que lo amenaza con tal cosa, que le dice que lo escrachará. Al momento, rastrearlo en las redes, conseguir ese presunto video, se vuelve infructuoso.

Se sabe que Rubén habría dicho que no soportaría mirar a sus hijos a los ojos después de que eso circulara. Como sea, el problema sigue siendo la cultura del escrache, que es ilegal, que es delación colectiva y anónima, que instiga al suicidio o al homicidio, que mata.

¿Rubén hizo esa exhibición obscena? Demos por sentado que sí.

¿Hay un video, se lo puede identificar?
Por el modo en que se sintió acosado, también tenemos que dar eso por seguro.

¿Se lo podía denunciar en la justicia?
Por cierto, el procedimiento era perfectamente lógico.

¿Se podía evitar así el suicidio?
Miren, tengo la tentación de afirmar que sí, sin embargo, dejaré en duda esta cuestión, porque nunca sabemos cómo funciona la cabeza de una persona. Pero la justicia, con sus procedimientos, con su lenguaje incluso, con su método, lo que hace es evitar el linchamiento derivado del escrache.

Entonces, Rubén habría tenido la chance de un juicio, una condena. Habría tenido el derecho a ser condenado, y también, a recibir un tratamiento. Porque lo que hizo, SI LO HIZO, tiene una condena, y la chance de superarlo, de reencontrarse con sus hijos y consigo mismo.

El 23 de diciembre lo escracharon. El video empezó a circular. Un amigo lo denunció y lo borraron. Hablaron con él hacia fin de año. Rubén admite que algo ocurrió, algo que, se insiste, denunciado en la justicia podía tener las consecuencias que ya describimos. Porque la Ley conduce por caminos racionales la punición y la satisfacción ante cualquier ofensa.
El escrache, no.
Hoy, miles de anónimos, cobardes, personas que no saben absolutamente nada de la vida del otro, insistirán en la pertinencia del escrache.

Se anuncia otro taller en la Ciudad Konex. ¿Para cuándo prohibirlos y juzgarlos por apología del delito?

¿Cuándo paramos esto? Pregunta el borracho que avisa de los marcianos.

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