Saúl Ubaldini
Saúl

La semana pasada vi la obra El Debate, ese famoso encuentro entre José Ignacio Rucci y Agustín Tosco. Lo que presencié en la misma me generó cierta tristeza: ver un sindicalismo con contenido, con diferencias genuinas, pero auténtico en su rol de defender a los trabajadores y representarlos.

Al contrastarlo con el sindicalismo actual, que parece ser la antítesis de estos dos grandes referentes, sentí la necesidad de reflexionar.

Esto, además, fue un motivo para escribir esta nota.

Un 29 de diciembre (dentro de un mes y, como íbamos a estar de vacaciones, consideré conveniente recordar, ante la falta de representatividad y la crisis sindical, a uno de los sindicalistas más importantes de nuestra historia). En esa fecha, pero de 1936, nacía Saúl Edolver Ubaldini, líder sindical de los trabajadores y trabajadoras durante buena parte de la dictadura, secretario general de la CGT Brasil a partir de 1981 y de la CGT unificada entre 1986 y 1990. Combativo, polémico, carismático, directo, nacido en el barrio de Mataderos, fumador empedernido, gran bailarín de tango, experimentado jugador de chinchón y fanático del Club Atlético Huracán.

Hijo de Antonio Victoriano Ubaldini, mozo y obrero del Frigorífico Lisandro de la Torre, y de Carmen Guida, ama de casa y trabajadora textil, Saúl Ubaldini se recibió de técnico industrial en la E.E.T. Nº 4. Luego de cumplir el servicio militar, trabajó en un taller mecánico y en una farmacia. En 1956, siguió los pasos de su padre e ingresó al Frigorífico Lisandro de la Torre, donde inició su carrera sindical de la mano del dirigente Sebastián Borro. Fue electo delegado paritario, participó en la histórica toma del frigorífico contra su privatización y fue uno de los miles de cesanteados tras esa emblemática lucha.

Entre 1964 y 1969 trabajó en diferentes establecimientos de la industria de la carne, hasta que ese último año ingresó en la Compañía Argentina de Levaduras (Calsa S.A.). En 1972 fue electo secretario general de la Federación Obrera Cervecera Argentina y, a partir de 1975, representó a los trabajadores cerveceros en las 62 Organizaciones Peronistas.

En 1977 integró la "Comisión Nacional de los 25", un nucleamiento de sindicatos que enfrentó a la dictadura militar y convocó a la primera huelga contra los militares en el poder, llevada a cabo el 27 de abril de 1979, con particular repercusión en el Gran Buenos Aires y en las principales ciudades del país. El gobierno intentó desactivarla apresando a los principales dirigentes convocantes, pero el paro fue indetenible.

En septiembre de 1979 formó parte del primer intento de reunificación del movimiento obrero durante la dictadura, denominado Central Única de los Trabajadores Argentinos (CUTA), que duró menos de un año. En noviembre de 1980, participó en la reconstrucción parcial de la central obrera. Varios gremios alquilaron una vieja casa de dos pisos en la calle Brasil 1482, en el barrio de Constitución de la ciudad de Buenos Aires, donde comenzó a funcionar la CGT Brasil. En esa instancia, Ubaldini fue electo secretario general, apadrinado por la UOM y el SUPE, gremios clave entre los trabajadores industriales.

Desde ese cargo tuvo vuelo propio y un diálogo directo con los trabajadores, lo que lo convirtió en un líder en un momento extremadamente complejo. El 22 de julio de 1981, la CGT Brasil convocó a un nuevo paro de actividades, con una repercusión mayor, que terminó con Ubaldini y varios dirigentes en prisión. Este hecho marcó un triunfo político de proporciones, tanto a nivel interno como en el tablero sindical internacional, consolidando su figura.

Su impronta se notó en la conducción de la CGT Brasil. El 7 de agosto convocó a una marcha silenciosa a la iglesia de San Cayetano; el 7 de noviembre organizó una manifestación multitudinaria bajo el lema “Paz, pan y trabajo”, que reunió a 10.000 personas. Esto marcó un cambio en la psicología de los trabajadores que luchaban contra la dictadura. Posteriormente, el 30 de marzo de 1982 encabezó la marcha contra los militares, que reunió a más de 200.000 personas, y el 16 de diciembre lideró la columna sindical que irrumpió en Plaza de Mayo durante la gran marcha por la democracia.

Su figura se agigantaba entre los trabajadores y su influencia crecía entre los dirigentes sindicales, especialmente en las Regionales de la CGT. Sin embargo, también aumentaba la confrontación dentro de la estructura sindical. En mayo de 1982, en plena Guerra de Malvinas, se consolidó la CGT Azopardo, liderada por dirigentes más proclives al diálogo con los militares, confirmando la división interna.

Con el retorno de la democracia, Ubaldini tuvo un rol central, enfrentando al gobierno de Raúl Alfonsín en una serie de confrontaciones que polarizaron la situación y favorecieron una lenta unificación de hecho en la CGT. Este proceso permitió frenar la ley de reordenamiento sindical y normalizar paulatinamente los gremios. Finalmente, el 7 de noviembre de 1986, en el Congreso Normalizador de la CGT, 1478 delegados de 156 sindicatos eligieron a Ubaldini como secretario general.

Su gestión fue genuina y combativa, convocando a 13 paros generales durante el gobierno radical. Los puntos más altos de estas acciones ocurrieron en 1985 y 1986, con concentraciones de entre 250.000 y 400.000 trabajadores que enarbolaban el "Programa de los 26 puntos". Las demandas incluían aumento de salarios y jubilaciones, defensa de las industrias, federalismo económico, reforma del sistema previsional, reforma impositiva, fortalecimiento de las empresas del Estado, y revisión de la deuda externa, entre otras.

Aunque algunos sostienen que la cantidad de paros generales dificultó la gobernabilidad, los reclamos reflejaban una agenda pendiente que sigue vigente. Las luchas del movimiento sindical no fueron solo enfrentamientos, sino también propuestas para imaginar un país más justo.

Con la llegada del menemismo, se produjo una nueva fractura en la CGT y el desplazamiento de Ubaldini como secretario general. Sin embargo, no dudó en enfrentar un gobierno que, según sus críticos, aceleró la entrega del país bajo la ilusión del uno a uno. Posteriormente, Ubaldini fue electo diputado nacional durante dos períodos y presidió la Comisión de Trabajo de la Cámara Baja.

Figura clave en una época difícil, Saúl Ubaldini fue un emergente inesperado del movimiento sindical. Su personalidad, siempre vinculada a su inseparable campera de cuero negra, lo convirtió en una figura memorable para el pueblo trabajador que lo acompañó en sus luchas.

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