Esta madrugada me quedé leyendo notas y pensando cuántos comunicadores que se dicen progresistas están arengando por esta nueva forma de control policial llamada "toque de queda sanitario"; por el cual la policía podría "invitar" a los jóvenes a retirarse de un lugar de reunión, a ciertas horas de la noche. Están imponiendo una especie de estigmatización a la juventud, como si ninguno hubiera tenido 17, 18 o 20 años. Si habilitaron la temporada de la costa yo creo que no se podían imaginar que los chicos se iban a quedar encerrados cada uno en su casa. Volviendo a este pedido de mayor control y  mayor poder coercitivo de esta policía, no es difícil imaginarse que estarían abriendo la puerta a un sin número de situaciones de arbitrariedad. Un toque de queda no es poca cosa, no me vengan con "pero si en Europa"; porque si mal no recuerdan en plena pandemia tuvimos dos desapariciones forzadas seguidas de muerte: Facundo Astudillo Castro en la provincia de Buenos Aires  y la de Luis Espinoza en Tucumán (abril y mayo de 2020 respectivamente). 

Noventa y dos son las muertes por gatillo fácil denunciadas por la Correpi durante el año signado por la cuarentena; por lo que me parece una irresponsabilidad que se esté militando una militarización de la sociedad con motivos sanitarios. No podemos naturalizarlo, no me entra en la cabeza como los mismos diarios que se decían paladines de la libertad, ahora nos hablen de una policía que "invita". Tanto el Estado de sitio como el toque de queda son excepciones que limitan nuestras derechos más elementales. Volviendo a lo que hablaba ayer sobre la posverdad y la incidencia de la grieta en la repetición de discursos, les pido a los ciudadanos paremos un poco y reflexionemos, no no subamos a cualquier movida sin antes pensar que cosas ponemos en juego.