Tras un manto de neblina
manto de neblina

Este 14 de junio se cumplieron 40 años de la guerra por las Malvinas, conflicto que generó una tensión en la sociedad argentina extrema y que hizo naufragar el proyecto político de lo que en su momento se llamó «la cría del Proceso», o sea, el continuismo de la dictadura bajo formas republicanas.

Con posterioridad a los hechos de 1982, Malvinas es el nombre de una interpelación a la comunidad que pone al descubierto tanto nuevos y viejos neoliberales como una neomarxista septuagenaria encuadrados en la legitimación de la ocupación inglesa, como también, discursos vacíos, monserga pseudo-nacionalista que invocan principios abstractos.

Pero, más allá de ello, hay un campo nacional y popular que en la búsqueda de construir un espacio latinoamericano incluye en él a nuestras islas Malvinas. Colocándonos allí nos preguntamos ¿qué significa Malvinas, hoy? ¿Qué representan para una generación que nació después pero que ya ronda los cuarenta?

En primer lugar, el surgimiento de un sentido de patriotismo menos vocinglero, pero más profundo, en el cual la Patria es el otro, no son los aires militares, no son la materialidad de los símbolos y mucho menos los campos, las vacas, cereales y soja… no se trata del mercado y el capital. Se trata de un reconocimiento del otro a través de la trascendencia que implica el saber y sentirse parte de un proyecto popular, y eso bien lo sabemos quiénes formamos parte de «la gloriosa», y que como lo definió Néstor Kirchner: pertenecemos a una generación que siempre creyó en las construcciones colectivas, después de todo, es eso lo que nos reivindicará frente a la historia.

Malvinas es ejercer nuestra soberanía monetaria ante las presiones por legitimar la dolarización de nuestra economía. Malvinas es negar que haya una pobreza digna porque es el trabajo lo que dignifica. Malvinas es la reivindicación de la política, espacio de decisión y conducción de la gestión administrativa del estado. Malvinas es la política de soberanía alimentaria frente a los especuladores que «remarcan» todos los días.

El 14 de junio cesaron los disparos… pero se inició un proceso que ya lleva 40 años de interpelación permanente, que condujo a la caducidad de la ingenuidad irresponsable: ya nadie puede afirmar ser neutral en una tensión permanente entre el ejercicio del poder popular, que de eso se trata la soberanía, y los poderes indirectos que, detrás de la fachada de «el mercado» operan buscando imponer sus intereses sectoriales aquí o allá.

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