UN AÑO EN QUE LOS ARGENTINOS BREGAMOS PARA MANTENER LA ESPERANZA
Asunción de Alberto Fernández y Cristina Fernández.

 

Hace hoy justo un año, asumía como Presidente de la Nación Alberto Fernandez. El 10 de diciembre de 2.019 y como corresponde a un enfoque empresarial PYME, es un buen momento para realizar el primer balance de gestión.

Repasemos entonces lo que se denomina “saldo al inicio”. Al cierre del gobierno de expresidente Mauricio Macri, la situación era la siguiente: arrojaba números absolutamente negativos, enormes desequilibrios económicos y financieros. Una especulación bancaria que terminó fundiendo a gran parte del entramado PYME, tanto en el plano industrial, comercial o de servicios y todo esto, solo para favorecer a grupos minoritarios y a las economías concentradas. El endeudamiento, tanto interno como externo, supero largamente los U$S 100.000 millones, lo que provoco un marco de agobio social, desocupación, hambre, miseria y lógicamente un grado de desarticulación en la sociedad infame.

En el arranque del nuevo periodo, la expectativa central estaba puesta en poner en marcha al País. Avalado por un contundente y categórico triunfo electoral en primera vuelta, el Sr. Presidente, en su discurso inaugural, pone especial énfasis en el hecho que es necesario poner a la Argentina de pie, para recién entonces pueda volver a caminar. Para ello, era imprescindible recuperar antes que nada un conjunto de equilibrios: social, económico, productivo. Nada de esto teníamos al inicio del “ejercicio” 2.020.

Las medidas tomadas de arranque por este gobierno, tuvieron alta significación y resultado. Marcaban LA POLITICA que este llevaría adelante en el resto del periodo de su mandato. Se puso en marcha: el bono de emergencia a los jubilados, se aumentó de inmediato la AUH, se implementó la tarjeta “AlimentAR”. Estaba claro que era necesario atacar la pobreza y la desocupación, entonces fue necesario imponer la doble indemnización por un periodo de 180 días que después se prorrogo. Para las PYMES: el congelamiento de las tarifas de servicios públicos, un plan amplio de regulación de deuda con los distintos estados, créditos subsidiados y blandos accesibles a todos los niveles. En el tema deuda: se decidió no utilizar el remanente de los U$S 11.000 millones del crédito del FMI, se comenzó de inmediato la renegociación de la deuda pública, tanto interna como externa, con los acreedores privados, ante la acumulación inaudita de vencimientos que había programado la gestión anterior.

Más allá de las expectativas iniciales que dieron el impulso a la esperanza de la reactivación, la pandemia cambio todo el escenario en forma abrupta. El gobierno, a partir del 20 de marzo se vio obligado a impulsar un aislamiento social obligatorio como protección y cuidado de la salud de la población y, fundamentalmente, para ganar el tiempo necesario para llevar adelante una rauda inversión en infraestructura hospitalaria y el equipamiento médico acorde. Esto permitió evitar los desbordes, claramente vistos en países incluso del llamado primer mundo, manteniendo una atención pública sanitaria garantizada. Sin embargo, sectores minoritarios de la sociedad no tuvieron presente este aspecto fundamental para hacer el balance del año, ya que a partir de dicha fecha, no se puede ni debe analizar el periodo como políticamente juzgable en su normalidad.

La caída de la actividad económica fue de todas formas abrupta y la suspensión de actividades fue particularmente sentida por las PYMES, tanto industriales o comerciales. El gobierno, rápido de reflejos, intento contrarrestar esta desarticulación del aparato productivo con una fuerte expansión del gasto público. Implemento el IFE y los ATP, mediante estos auxilios de emergencia se evitaron que la contracción fuera aún mayor. Si no hubiera mediado esta disposición gubernamental para reducir los efectos de la parálisis económica, el estallido social se hubiese producido indefectiblemente. Sin embargo a partir de dichas herramientas el 55,5% de la población, HOY, está recibiendo ayuda del estado.

Notablemente el gobierno tuvo que afrontar en forma permanente campañas de oposición a todo: contra las medidas sanitarias, presiones desestabilizadoras a partir de mentiras repetidas hasta el cansancio, golpes de mercado e intentos de devaluaciones, aumentos injustificados de los precios de los insumos básicos de los productos esenciales e insumos preventivos por parte de sectores monopólicos y reaccionarios. La furia mediática sin límite por parte de los “adalides de la patria” que prendidos a un micrófono y sin ningún tipo del mas mínimo rigor noticioso se dedicaron a exacerbar a la jauría de decepcionados que milita el permanente “está todo mal”.

Si bien se ha producido un leve cambio de tendencia en el último periodo del año, no es posible pronosticar como resultara el próximo con la pandemia apenas entre el otoño. No sabemos la efectividad de las vacunas, el tiempo en el que hacen efecto, ni tampoco qué pasara si entramos en la segunda ola como la que  está viviendo Europa en este momento. Si es necesario prepararse para otro año difícil, si después resulta más liviano, mucho mejor, nos llenará de impulso, pero por ahora, lo que no podemos hacer es bajar la guardia.

Para recuperar el tejido social y económico del país es imprescindible la continuidad de medidas de apoyo estatal  y la continuidad de una  política pública  activa de mejoramiento del mercado interno - base de la actividad de más del 75% de la actividad económica del país- , el asentamiento del  comercio exterior sin mega-devaluación injustificada  y un enfoque en relación a la enorme hipoteca de la deuda que dejó el gobierno anterior, ahora ante el proceso en marcha de la discusión con el FMI de la gigantesca deuda de USD 44.000 millones, que no sea un "más de lo mismo" de mayores  ajustes regresivos, que ahonden el  ya muy grave deterioro económico  y social.

Es necesario, diría imprescindible, el mayor protagonismo social en unidad. Con esa perspectiva, las PYMES nos hemos unido junto al movimiento obrero, las cooperativas, los movimientos sociales, los grupos que representan a la actividad agropecuaria en el “Espacio de Producción y Trabajo”. No solo tenemos preocupaciones, sino propuestas para encaminar definitivamente a nuestro querido país en la senda del progreso sustentable.

 

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