Un Progre-Peronismo a la Derecha, por favor
Progre peronismo

Para quienes ambicionan el poder,

no existe una vía media

entre la cumbre y el precipicio.

Tácito

No es la economía, ¡estúpido!. NO. Es el Poder. Y no especialmente el Económico -que mal que mal, aún en un capitalismo frenético, de producir se trata-. Es el Financiero, o mejor dicho el Anarco-Financiero. Y el Judicial. Y sobre todo el Mediático.

El Poder con mayúsculas. Ese que, cuando en las democracias modernas un presidente llega al gobierno a través del voto popular, viene rápidamente a aclararle que si no negocia con ellos, nunca tendrá poder.

Eso está claro. Uno lo ve cuando abre un poquito los ojos y advierte cómo los que consiguen ese poder que el Pueblo otorga, ni bien se sientan en el sillón que nunca usó Rivadavia, corren a que el otro poder, el de las corporaciones y las embajadas… y los servicios de inteligencia transnacionales, los bendiga.

Por eso el problema es el Peronismo. Porque todavía hay un grupo muy importante de argentinos -aunque después de cada decepción se achica un poco, uno debe reconocerlo- que todavía sueña, vive y lucha para que el mayor poder sea, de verdad, el que otorga el voto popular. Si no, ¿de qué va esto de creer que se vive en democracia pero, en realidad, se vive en cualquier otra cosa?

Ya lo advirtió hace años Juan Perón. “Los norteamericanos, dignos hijos de la Gran Bretaña, han organizado dos partidos de derecha que les permite mantener su sistema plutocrático y sostener teóricamente una simulación democrática para engañar a los tontos que tanto abundan en la política o estimular a los sinvergüenzas, que también abundan”. Ese sistema que les ha funcionado hasta estos días -aunque el “loco” de Trump lo puso en jaque mandando a asaltar el Capitolio- viene siendo exportado hacia los países periféricos con bastante éxito. Pero por estos pagos, de manera casi aristotélica, siempre vuelve a tropezar con la piedra del Peronismo.

El golpe, no obstante, es cada vez más leve. Hay una progresía sentimental y coqueta que simula abrazar las consignas más profundas de la doctrina peronista pero, en realidad, lo que hace es amortiguar el golpe que le provoca al Poder tropezar otra vez con la piedra populista. Un semi-peronismo rubio, perfumado, profesional, cuasi académico, moderado, negociador y lábil que prefiere la aprobación del Poder Fáctico antes que la satisfacción del Popular.

Son los que vienen a ayudar a instalar los “dos partidos de derecha” necesarios (aunque los disfracen de centro-derecha y centro-izquierda) para que nuestra democracia mude a plutocracia. Son el progre-nismo, o el pero-sismo o similar. Una suerte de neopopulismo-vegui que mira por sobre el hombro a los negritos (no importa cual sea la tonalidad epidérmica) viscerales, confrontativos, malhablados y anacrónicos y, poniéndose un dedito en la boca, los manda a callar bajo amenaza de denunciar por las redes y los medios, que trabajan “para que vuelva la derecha” (jé).

Ellos, los progre-peronistas, son la nueva herramienta imperial para instalar aquel formato de dos partidos de derecha a los que Juan Perón hacía referencia.

Son ellos los que vienen a adormecer conciencias con las caricias de un país desagrietado, en el que ya no habría lugar para los nostálgicos ni los furiosos, ni los que reclaman por sus derechos.

Porque el Poder les ha explicado, con toda claridad, que es con todos, menos con… esos.


Originalmente publicado en Revista La Tecla Eñe

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