UNA SOCIEDAD SIN ADULTOS.
adultos

(el País del Nunca Jamás)

Atribuyen a Einstein haber dicho que, “Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos”, quizás sea este el modo de iniciar hoy mi reflexión sobre el título de este articulo para identidad colectiva.

Realmente hay hoy en la Argentina una dirigencia “joven madura” (cercana a los 50 años), que parece padecer el “Síndrome de Peter Pan”, personaje del escritor escocés James Matthew Barrie, creado en 1904 para una comedia musical-, recordemos: Peter Pan era un niño que se negaba a crecer y que vivía, con otros como él, en el País del Nunca Jamás. Él se negaba a crecer. ¿Estos “jóvenes maduros” de hoy, parecen negarse a ser adultos o quizás el “mote” es impuesto para negarles su real dimensión como adultos?

Si es esta una actitud propia que se multiplica dentro de cierta militancia y se convierten en un fenómeno social, no sólo es patética, sino que además es peligrosas. Porque parece que todo lo pueden y pueden hacer lo que quieran.

Si esta actitud es impuesta para negarles su rol de adultos es aún más patética, porque existe manipulación interesada en seguir llamándolos jóvenes cuando no lo son.

Lo cierto es que de un tiempo a esta parte vemos en cierta dirigencia de nuestra sociedad, que “la juventud” ha dejado de ser un período de pasaje para convertirse en espacios etáreos de embotellamiento porque quienes ya los transitaron se niegan a abandonarlos y a continuar con su proceso existencial, y de a poco la sociedad que empieza a padecer por la ausencia funcional de adultos.

La carencia de referentes maduros, y la saturación por estimular comportamientos adolescentes de “jóvenes adultos “, hace de este un grupo humano sin líderes sapientes, que se transforma en una masa de individuos que no convierte sus vivencias en experiencia, que carece de proyectos y de visión trascendente y el riesgo es una sociedad de rumbo impredecible, con conductas inconstantes, con pronunciamientos confusos cuando no caprichoso. Y lo peor es que eso está pasando.

Nuestro país necesita de adultos. Los necesita como referentes, como transmisores de memorias, como generadores de conciencia. Cuando faltan adultos, es cuando una sociedad empieza a creer que la historia acaba de empezar, que no tiene raíces.

El presente que debemos vivir debe ser el punto de integración del pasado y el futuro, hay quienes dicen que es el punto en el que ambos se impregnan de significado, dejan de ser meros datos, recuerdo o fantasía. De lo contrario, no se vive en el presente, sino en el instante.

Las fugacidades sin raíces se instalan en una sociedad cuando los adultos desertan de su adultez y los ciclos de la vida se detienen de manera artificial. No sos joven si ya tienes casi 50 años.

Y en ese momento histórico es cuando se pierde la noción de continuidad, con lo cual las generaciones no honran a sus predecesores ni contemplan a sus sucesores, y tampoco perciben la obligación de ennoblecer, de preservar o de legar, nociones sin las cuales toda depredación (de orden físico, espiritual, afectivo o material) está legitimada. Una cultura cuyos integrantes van perdiendo masiva y progresivamente la idea de que la vida es un legado y al mismo tiempo una pregunta abierta a la que es necesario, al mismo tiempo, respetar y responder con la voluntad de descubrir su sentido.

El conjunto social necesita evolucionar en una dirección trascendente. Y la anémica de adultez, solo contribuye a empobrecerla, sin guías, contención ni referencias. Sin mapas que les permitan recorrer el camino hacia la maduración.

Yo me referencio en muchos de mis artículos en Néstor Kirchner.

Cuando Kirchner asume como intendente de Rio Gallegos, no era un “joven”, era un hombre de 37 años y todo su equipo, más los que sumo luego como Gobernador de mi Provincia y luego como Presidente, ya con 50 años eran hombres y mujeres, con un alto grado de madurez, personal y política transitando un recambio generacional, honrando a sus predecesores y con vocación de trascendencia.

Crecer es luchar, la maduración es el fruto de esa lucha, Perón en su memorable obra “Conducción Política “, decía que la lucha es solo para aquellos que aguantan y finalmente concluía que también se puede vivir sin luchar, en esta figura, del vivir sin luchar, anida lo que algunos creen que es el secreto de la eterna juventud.

Una Sociedad que no madura está condenada al subdesarrollo, al hambre y a la miseria que se nos presenta en estos días, en este presente sin expectativas.

 

Fuente: Identidad Colectiva

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