Voluntad popular para limpiar la justicia
La justicia ciega

Los hechos son sagrados

pero el comentario es libre

Carlos Fayt

¿Cómo le va, su Señoría? Si me permite un minuto… Mire: yo sé que hubo un tiempo en el que las familias patricias de esta Nación sólo ambicionaban tener un hijo sacerdote. Y que más adelante, el objetivo máximo fue un descendiente con rango militar. La generación del ´80 puso de moda a los burócratas y, allá por 1930 volvió la estrategia de un heredero en en las Fuerzas Armadas (“estudia para presidente”, te guiñaban).

Pero ahora, su Señoría, ahora, con un juez, están más contentos que con una cuenta off shore. Y nada de un Supremo, como usted. Ni siquiera un Federal o de la Casación. Con un juecito de primera instancia en alguna provincia, alcanza. Es más, con un secretario de Cámara o un fiscal con aspiraciones, todo bien.

Porque la Familia Judicial, su señoría. O acaso debería decir “La Famiglia”. Con sus códigos virreinales y sus pactos de omertà. Claro, no todos andan cubriéndoles el culo a los que lo tienen más sucio. Pero sí todos callan. Y vio lo que pasa con los que callan…

La Familia. Nunca mejor expresado. Ningún poder del Estado alcanza el grado de nepotismo vergonzante que detenta la Justicia argentina. Bastaría con cruzar los listados de apellidos de miembros de los diferentes juzgados, fiscalías y defensorías para ver cómo el hijo del juez AA trabaja con el defensor BB que, a su vez, ha “colocado” a su nuera en la fiscalía de CC… y así, ad infinitun (lo digo en latín porque se que les gusta, su Señoría).

Sueños. Sé que nunca va a ocurrir. El nivel de precariedad digital en el que se mueve la Justicia lo impediría y, además, creo que ya ni les importa el alboroto que eso puede provocar. Un escándalo de proporciones, acaso el mayor de nuestra historia.

Es más. Ya ni siquiera guardan las formas. Hace días nomás, la Corte Suprema tuvo que dejar sin efecto la designación de un abogado en el cargo de prosecretario de un tribunal oral de Salta porque había sido designado por su propio padre, juez a cargo de ese tribunal.

¿Pasó algo? Nada. No se les arrugó ni la corbata. Porque están ensoberbecidos de Poder. Ya no les alcanza con impartir Justicia (bahhh, más o menos). Quieren reinar. O, al menos, gobernar.

El senador Martín Doñate, de Río Negro, dijo -no hace mucho- que él, hasta el momento, sabía de los regímenes “presidencialistas y parlamentaristas” de gobierno. Pero que ahora ha aparecido uno nuevo que intenta establecer la Justicia: el régimen “Judicialista”. Acertada la idea. Linda la palabrita. Hasta simpática, si no fuese tan patética. “Judicialista”, tan semejante en su sonoridad a Justicialista y, sin embargo, tan distinto.

Cristina Fernández de Kirchner advertía, allá por 2008, que los distintos niveles de la Justicia intentaban arrogarse un poder que la Constitución Nacional había reservado expresamente para el Presidente: el de vetar leyes. Porque gobernar, lo que se dice gobernar, todavía no pueden pero impedir les sale precioso.

Critarquía o Critocracia: la fantasía húmeda del gobierno de los jueces. El mismísimo Roberto Gargarella (a quien no se podría tachar de kirchnerista ni haciendo fuerza) admite que “en casi cualquier concepción razonable de democracia (…) no se justifica que un grupo de jueces cuyos miembros no son electos por la ciudadanía, y cuya autoridad no está sometida a ratificación ni estricto control por parte de aquella, sea capaz de pronunciar ¨la última palabra¨ frente a todo tipo de conflictos legales fundamentales”[fn]https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/174698.pdf.

Pasa que un sector de la oposición, que se dice “político” pero que carece de honor y voluntad política, ha decidido judicializar todo lo que se vote en el Parlamento y sea contrario a los deseos de sus patrones… que son empresarios. Eso, a ustedes, los ha elevado al nivel de semidioses, su señoría: ocupar el espacio de una oposición que, en lugar de estar en el recinto discutiendo leyes está ante las cámaras de televisión anunciando que “salga lo que salga”, va a judicializarlo les ha conferido un rango bastante superior al que la Constitución pretende. Gozan de haber transformado el ejercicio del Gobierno en un eterno peregrinar por Tribunales… le han encontrado el gustito a reinar en democracia.

Había un espartano, un tal Licurgo, que sostenía que “El pueblo no obedece las leyes si no le dan ejemplo de obediencia los magistrados”. ¡Ejemplo! ¿Usted sabe el ejemplo que siguen los argentinos cuando ponen su mirada en magistrados como Stornelli, que se cansó de NO asistir a las citaciones de Ramos Padilla? ¿O de Hornos y Borisnky, reuniéndose con Macri en Olivos y en la Rosada justo cuando tenían que fallar sobre causas que a él le interesaban particularmente? ¿O de Ercolini, procesando a Gils Carbó por algo que, él sabía, no era delito? ¿O Bruglia y Bertuzzi, trasladados a dedo a cargos superiores por facilitar la cacería de adversarios políticos al gobierno de Cambiemos?

Y ni hablar de sus compañeros supremos Rosencrantz y Rosatti, aceptando entrar por DNU a la Corte, que es como entrar por el tragaluz de la buhardilla o del mismísimo Rafecas, desautorizando al presidente de la Nación que lo ha candidateado para el cargo de Procurador… Y no nombro a Bonadío porque está mal hablar de quien no puede defenderse aunque, en vida, él no permitía que nadie se defendiese.

En fin, su señoría, así estamos. Nos quejamos de que, ante el drama de la pandemia, los argentinos no pueden respetar ni la obligación de no transitar entre las 20.00 y las 06.00 pero admitimos graciosamente que los que deberían dar el ejemplo ejerzan estas violencias (porque usted sabe que la In-Justicia es Violencia); y de paso hablamos de los “sueldos” de la política cuando los jueces ganan como mínimo 3 veces más que un legislador sin pagar ganancias.

Y ojito con revisar ninguna de sus prebendas, su señoría. Porque siempre cuentan con ustedes mismos para declarar inconstitucional hasta a la Constitución Nacional si fuese necesario. Y de manera perentoria… Eso sí: impartir Justicia es otra cosa, demanda otros tiempos, requiere otros análisis.

Por eso, su señoría, le propongo que ustedes, que manejan el presupuesto a pesar que por ley fundamental debería hacerlo el Consejo de la Magistratura, contraten a esta empresa de limpieza llamada “Voluntad Popular SRL” y saquen a la luz toda la mugre que se ha barrido debajo de las mullidas alfombras del Palacio. Somos especialistas en limpiar los rincones más ocultos y oscuros, como los que sobran en ese bunker gigantesco que es el edificio de Comodoro Py y, le garantizamos los resultados.

La tarea comienza con una sencilla reforma de la Carta Magna: los incluimos dentro del juego democrático, les permitimos competir en elecciones abiertas y transparentes… es más, propagandizamos esta decisión para que los 75 puntos de imagen negativa que tiene hoy la Justicia empiecen a modificarse. Ustedes aceptan lo que el pueblo vote y, en un par de décadas (o un poquito más) todo esto que hoy huele a podrido sin ser Dinamarca, empezará a tornarse respirable.

Y no me explique nada, su señoría: la sociedad está cansada y usted sabe que lo demás es sólo fantasía de poder y construcción de golpe de Estado sin ruido.

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