Tenés una casa muy linda y muy grande.
Un día, un pariente muy simpático y además millonario se ofrece para administrarla.
Te convence contándote todas las mejoras que piensa hacer.
Le firmás un poder por cuatro años.
Pasado ese lapso, cuando retomás la administración de tu casa, te encontrás conque está hipotecada, que la plata de la hipoteca se la llevó tu pariente millonario, que los muebles y los electrodomésticos fueron puestos en garantía del pago de obras que no se hicieron, que no sale agua de las canillas, que cortaron la luz y el gas por falta de pago, que tenés una deuda gigante de ABL… en fin… te das cuenta que estás en graves problemas.
No estás seguro si tu pariente es un verdadero inútil que no supo hacer las cosas o un simple estafador y ladrón que te robó con toda intención.
Esta es, a grandes rasgos, la situación con que el gobierno de Alberto Fernández encontró el país tras los 4 años de gobierno de Macri.
Llegamos a esto porque una cantidad importante de argentinos se dejó convencer por el pariente millonario, sin importarles que muchos les explicáramos de todas las maneras posibles, que destruir el país era su verdadera intención. Le creyeron. No escucharon.
Pero ¿por qué?
¿Cómo es que se puede hacer de la mentira verdad y de la verdad mentira?
Voy a utilizar como respuesta algo que escuchamos muy a menudo: colonizando el sentido común.
Pero, ¿qué es el sentido común?
Podemos definirlo como el conjunto de conocimientos consensuados como válidos sin necesidad de prueba alguna, por una determinada sociedad y cultura. Es decir, son cosas que se instalan como obvias y ajenas a toda posible crítica.
Una vez que algo se instala como sentido común, es muy difícil contradecirlo. Quien se atreva a deslizar una crítica corre el riego de quedar aislado de su entorno y ser tomado por loco, o mentiroso.
Por ejemplo: Todos damos por sabido que si tenemos una piedra en la mano y la soltamos la piedra cae al piso. Si yo te digo que cuando abramos la mano la piedra va a flotar o salir disparada hacia arriba no me vas a tomar en serio y, en este caso, vas a tener razón en no hacerlo.
Ahora yo te digo que si salís a correr las personas te van a ver más flaco mientras estés corriendo porque tus dimensiones se achican en la dirección del movimiento y además te agrego que cuando pares de correr vas a ser más joven que alguien de tu misma edad que se quedó quieto porque durante el lapso que estuviste corriendo el tiempo para vos pasó mas lento, es muy probable que me mires con la misma cara que cuando te dije lo de la piedra porque todo esto va contra “el sentido común”.
Sin embargo, lo que afirmé en este último párrafo es cierto. Ocurre que para que estos fenómenos sean apreciables tendrías que ser como Flash y haber corrido a velocidades cercanas a la de la luz. A velocidades normales los cambios son tan insignificantes que no los vemos. El sentido común nos dice otra cosa. Para creerme, deberías animarte a perforar el sentido común y esto, en general, se consigue accediendo a un nivel superior de conocimiento. En este caso en particular deberías estar dispuesto a estudiar algo de matemática y sumergirte en el estudio de la teoría de la relatividad.
Supongamos ahora que hay dos mesas de billar. Una en tu casa y otra en la mía. Ambas con una única bola blanca en su superficie y que si yo pongo a girar mi bola, la tuya empieza a girar instantáneamente en sentido contrario: Sería asombroso ¿no?
Bueno, esto no va a ocurrir con las bolas de billar pero si ocurre con partículas subatómicas como el electrón y este fenómeno, llamado entrelazamiento cuántico, está siendo muy estudiado porque nos daría la posibilidad de transmitir información de un lado a otro más veloz y eficientemente.
No voy a aburrirlos con más ejemplos. Sólo me gustaría dejar constancia que en la ciencia hay innumerables fenómenos increíbles que van contra el sentido común y que para poder apreciarlos y creerlos hace falta adquirir los conocimientos necesarios.
Esto nos pone en un lugar incómodo.
Seguir el sentido común es fácil. Contradecirlo es difícil.
Que el sentido común exista, es bueno. Imaginen si en cada circunstancia de la vida cotidiana tuviésemos que detenernos a pensar y a estudiar para realizar cualquier acción. Son innumerables las cosas que hacemos sin pensar.
Si muchas de las personas que nos rodean creen en algo es muy probable que nosotros terminemos creyendo lo mismo.
No es sencillo modificar o manipular el sentido común, es decir “colonizarlo”. Tendrías que gastar mucho dinero en propaganda, contratar expertos en marketing y publicidad, tener un ejército de personas actuando en las redes sociales, contar con la complicidad de los principales medios de difusión y de amplios sectores de la justicia, comprar espías y periodistas, difundir noticias falsas y además deberías contar con el apoyo o al menos el silencio de las embajadas de algunos países importantes. ¿Me explico?
Pero si algo se instala, después es muy complicado de sacar de la cabeza de la mayoría de las personas. “Se robaron todo” es un ejemplo. ¿Intentaste alguna vez convencer de lo contrario a alguien que te dijo eso? Tarea difícil ¿no?
Entonces ¿Cómo se sale del laberinto?
Depurando y mejorando la justicia.
Depurando y mejorando a los medios.
Sumando voces y más voces.
Aprendiendo a comunicar.
Y fundamentalmente, militando para poner en agenda los puntos anteriores.
Leamos, estudiemos. No nos quedemos en la superficie.
Animémonos a zambullirnos en aguas profundas.
Debatamos, busquemos.
JUNTÉMONOS.
Nadie por si sólo encontrará las respuestas.
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