Dinero, blockchain y varias cosas en el medio
blockchain

Hace unos días un par de amigos de facebook anunciaron que iban a dar una charla sobre la “Tecnología blockchain en la economía popular desde una perspectiva peronista”.

Para ese momento yo sólo tenía una noción bastante rudimentaria de qué cosa era blockchain, tecnología que asociaba mecánicamente al Bitcoin, del cual tenía un conocimiento aun más vago.

Es decir, eran cosas de las que venía escuchando hablar desde hacía rato y por las cuales no me había preocupado demasiado.

El título de esa charla me inquietó y despertó mi curiosidad, así que me puse a investigar un poco y ese poco se transformó en mucho después de escuchar la charla. En el trayecto, además de descubrir la vastedad de mi ignorancia, me empecé a formular un montón de preguntas:

¿Qué es el dinero? ¿Cuándo apareció? ¿Es necesario el dinero? ¿Por qué dos billetes fabricados con el mismo papel, de las mismas dimensiones y el mismo peso pueden tener distintos valores? ¿Por qué creemos en esos valores? ¿Quien inventó los Bancos? ¿Son necesarios? ¿Y el comercio, es realmente útil o sólo una intermediación innecesaria entre el productor y el consumidor?

Y finalmente: ¿Qué es el blockchain y que puede tener que ver con todo esto?

No esperen que conteste ni mínimamente todas estas cuestiones en unos minutos que se traducen en unos pocos párrafos. Me conformo, de momento, con despertarles la curiosidad, contarles algunas cosas y explicarles, muy brevemente otras.

Empecemos por el final del cuento.

Blockchain se traduce como “cadena de bloques” y podemos definirla como una lista creciente de registros (llamados “bloques”) enlazados entre sí. Cada bloque contiene datos de las transacciones que lo componen, una marca temporal (timestamp) del instante en que fue generado y una referencia al bloque anterior a través de un “hash criptográfico” de dicho bloque.

No se asusten por la definición y sigamos:

Un “hash” lo podemos asociar a una firma. Se calcula por medio de un programa (un algoritmo). Si tomamos un texto cualquiera y lo pasamos por el algoritmo nos da un “hash” en la forma de una secuencia de, digamos, 64 caracteres. Su tamaño va a ser siempre el mismo independientemente de la longitud del texto. Si alteramos el texto, por ejemplo agregando una coma, el hash resultante va ser completamente distinto. Los caracteres de este algoritmo (SHA-256 en este caso) son 16: los números del 0 al 9 y las letras A,B,C,D,E,F. Cada uno de estos 16 caracteres representa a su vez una secuencia de 16 dígitos binarios (ceros y unos). Esto se conoce como alfabeto hexadecimal y con 64 de estos caracteres podemos formar 16 a la 64 (es decir 16 multiplicado por si mismo 64 veces) combinaciones diferentes. Les aseguro que es un número muy grande de modo que es altamente improbable que dos bloques tengan el mismo hash. Es pertinente destacar en este momento la irreversibilidad de esta cuestión. Es decir, de cualquier documento se puede obtener un hash pero no se puede reconstruir el documento a partir del hash.

La transacción puede ser cualquier cosa, por ejemplo que Pedro le compró una manzana a José por 10 pesos, con lo que podemos afirmar que Pedro tiene 10 pesos menos y José una manzana menos a partir del momento en que se generó el bloque, dato que figura en la marca de tiempo.

Podemos entonces emparentar el blockchain a un libro contable donde se guardan transacciones en forma secuencial. Como cada bloque guarda la firma (hash) del bloque anterior, se van encadenando unos a otros.

Otra particularidad de esta tecnología, es que los datos se guardan en una gran cantidad de computadoras en forma idéntica y simultanea. O sea que tenemos una copia perfecta del “libro” en cada una de las máquinas que componen la red y que se denominan nodos. No hay un punto único de falla y esto la hace muy robusta.

Además, como cada bloque guarda un pedacito del bloque anterior, si alguien quisiera modificar un bloque cualquiera, se alterarían todos los bloques posteriores y habría que recalcular la firma de cada uno nuevamente para lo cual se debería llegar a un acuerdo entre el 51% de los nodos que componen la red.  Esto hace todo el sistema muy seguro.

Pero, ¿para qué se usa esto?

La primera cosa para la que se usó el blockchain fue para el Bitcoin, que es una “criptomoneda”. Una moneda digital sin existencia física y que no es centralizada ni regulada por ninguna institución.

Algunas propiedades del Bitcoin:

Es una moneda deflacionaria. Sólo se crearan 21 millones. Esto lo hace más parecido al oro, (cuyo valor intrínseco viene dado por su escasez), que al peso o al dólar.

¿Cómo se crean los bitcoins?

Los nodos de la red que lo componen compiten por “firmar” bloques y así incluirlos en la cadena por medio de una prueba de trabajo” (Proof of work, PoW). A este procedimiento se lo denomina “minar” bitcoins. El minero que gana la prueba de trabajo obtiene bitcoins en recompensa y este es el único método para crear nuevos bitcoins.

La “Prueba de trabajo” consiste en un cálculo muy difícil que requiere un gran poder de procesamiento y por ende gasto de energía eléctrica. (Dejaré los detalles de esta prueba, por cierto interesantes, para otra ocasión en la que hablaremos un poco más del bitcoin).

Con los bitcoins, el mundo descubrió el blockchain. Y a partir de ahí, proliferaron las iniciativas sobre esta tecnología. Para empezar, se crearon varias criptomonedas más, entre las cuales destaca el Ethereum, que a demás de proponernos una moneda virtual, nos ofrece la posibilidad de crear aplicaciones sobre su red de blockchain, tanto públicas como privadas.

Por ejemplo, acá en el país, ya ha surgido una red denominada Blockchain Federal Argentina auspiciada por organismos públicos y abierta. Cualquiera puede usarla. Ya se está utilizando para cosas tales como “sellar” temporalmente al Boletín Oficial, garantizando que no se pueda alterar.

En Estonia, se ha pasado gran parte de la administración pública a blockchain.

Se está analizando su uso para la certificación y almacenamiento de títulos universitarios, de historias clínicas y de varias otras cosas.

El blockchain vino para quedarse.

Resumiendo, contamos con una tecnología, llamada blockchain, que nos permitiría, en principio, hacer muchas cosas, pero me voy a concentrar en sus posibilidades para la creación de dinero de manera independiente de cualquier institución centralizada.

Para crear una moneda por este mecanismo, sólo hace falta “consensuar” las reglas entre los que participen. En concreto: nada nos impide generar nuestra propia moneda… salvo que debemos conseguir que una gran cantidad de personas crea en ella.

¿Creencia? ¿Fe?

¡¿De que estamos hablando?!

Me dirán que fantasear no cuesta nada y tal vez tengan razón, pero me creo en el deber de advertirles que no pasa nada muy distinto con el peso, el dólar, el euro o casi cualquier moneda de las que usamos cotidianamente en todo el planeta.

Veamos:

¿Qué es el dinero?

Podemos decir que es cualquier cosa que sirva para el intercambio de bienes.

A lo largo de la historia, la humanidad a utilizado diversos tipos de dinero:

El dinero mercancía, que es aquel basado en objetos que tienen un valor en si mismos. El oro, la plata, la pimienta, la sal son ejemplos de cosas que fueron utilizadas como unidad de medida para los intercambios.

El dinero fiduciario es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad. Es una promesa de pago efectuada por la entidad emisora. En sus inicios este tipo de dinero tenía respaldo en algún bien tangible. Por ejemplo se guardaba el oro en algún sitio seguro y te daban un papel que decía a cuanto oro equivalía. Esto se dio en llamar patrón oro.

Un tipo especial de dinero fiduciario es el denominado dinero fiat, que es aquel emitido por un estado y transformado por las leyes del mismo en moneda de curso legal.

En la actualidad, prácticamente todo el dinero que se utiliza a nivel planetario es fiduciario y el patrón oro pasó a mejor vida cuando Nixon lo abolió en 1971 para el dólar.

Es decir que todas las monedas de curso de legal que pasan por nuestras manos tienen valor por un consenso social basado en la fe. Creemos que el billete que dice mil vale 1000 aunque no sea muy diferente de aquel que dice valer 100.

¿Para qué sirve el dinero?

Bueno, en principio no había dinero. Todo empezó con el trueque y el trueque nace de la división del trabajo. Con el trueque intercambiamos nuestras habilidades de manera directa. Si yo no se cazar pero se hacer lanzas para los cazadores, las podré cambiar por parte del producto de la caza. Para que esto funcione debe haber una concordancia de deseos, es decir que yo quiero lo que el otro tiene y el otro quiere lo que yo tengo.

A medida que la civilización avanzó y la cantidad de intercambios creció en cantidad y complejidad se hizo evidente la necesidad de contar con un “patrón de medida” que hiciese los intercambios más viables.

De esta necesidad nació el dinero: para facilitar los intercambios.

Después las cosas se siguieron complicando. Les leo un párrafo de Ernesto Sábato que encontré en Apologías y Rechazos:

“ Al comienzo, el dinero sirve para adquirir mercancías; se vende un producto y con el dinero obtenido se compra otro. El dinero, en esta primera fase del mercantilismo, es un simple intermediario, un medio cómodo para facilitar el trueque de mercancías a gran escala. Pero hay gente que empieza a enriquecerse con estos cambios y llega un momento en que alguien tiene más dinero que el necesario para satisfacer sus necesidades vitales; le sobran, por ejemplo, cien ducados; entonces los presta para obtener ciento cuarenta al cabo de un año. El dinero se ha convertido ahora en capital. Ha dejado de ser un mero instrumento de intercambio para convertirse en una potencia autónoma: ya no se limita a la obtención de mercancías sino que sirve para obtener más dinero. Esta segunda fase es la fase capitalista del régimen mercantil. Ahora el intermediario es la mercancía, el fin es el dinero.”

Resumiendo: ya entendemos más o menos qué cosa es blockchain y cómo funcionan las criptomonedas, qué cosa es el dinero y para qué sirve. Vimos que no es muy diferente creer que una criptomoneda tiene valor a creer en nuestro dinero de curso legal. También acabamos de ver que en algún punto de nuestra historia, el dinero dejó de ser un mero instrumento de intercambio y adquirió vida propia. Vimos que por medio de la tecnología blockchain podríamos crear algún tipo de moneda con propiedades definidas por nosotros.

Nos quedan varias cosas en el tintero:

¿Para qué querríamos crear una moneda? ¿Para qué nos serviría? ¿Qué propiedades debería tener?¿Podemos pensar en un medio de intercambio que, al margen del peso, favorezca las economías regionales y colabore con la industrialización del país? ¿Qué papel le reservaríamos a las finanzas?

En fin. Tenemos un montón de preguntas y cada intento de responderlas produce otras muchas.

Corto acá por hoy con todas estas inquietudes que espero los hagan reflexionar y prometo seguir profundizando estos temas en próximos “capítulos”.

Les dejo el video de la charla que mencioné al principio y les recomiendo que lo vean.

Video Url
Dario Minskas y Javier Ntaca conversan sobre el impacto social de la tecnología blockchain.

También quería recordarles que esto de crear monedas que convivan con el peso ya ocurrió. En el 2001, en medio de la crisis se inventaron varios instrumentos de cambio provinciales como el Patacón, el Federal o el Quebracho por nombrar a algunos. Los Lecops avalados por la nación y hasta vales para facilitar los intercambios en las florecientes ferias del trueque de aquella época.

Aunque no tengamos un buen recuerdo de aquellas experiencias, vale la pena repasarlas y repensarlas.

Por último, no quería dejar de agradecerles a los amigos Darío Minskas y Javier Ntaca haberme puesto a pensar en estas cosas.

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