Perón utilizaba esta frase (que estoy convirtiendo en pregunta), tomada de Aristóteles, en contextos muy concretos y para diferenciar hechos de opiniones: vos podés opinar o decir lo que quieras pero el hospital está ahí, la fábrica está ahí. No se puede discutir la existencia de algo que podemos ver y tocar.
La frase se ha popularizado y se utiliza a menudo.
No es mi intención discutir con Perón y mucho menos con Aristóteles, pero si poner de relevancia que el concepto mismo de “realidad” es increíblemente complejo, y que ha sido abordado desde distintas perspectivas por filósofos, físicos, psicoanalistas, etc sin ponerse de acuerdo en su significado último.
El diccionario de la RAE se contenta con decirnos que la realidad es:
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Existencia real y efectiva de algo.
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Verdad, lo que ocurre verdaderamente.
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Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.
De acuerdo a estas definiciones es evidente que “realidad” y “verdad” son dos conceptos bastante relacionados, pero dejemos esto.
El punto al que quiero llegar es si tu realidad es la misma que la mía y cuan consistente es en definitiva la realidad.
¿Cuanto de lo que nos rodea es ajeno a nuestra subjetividad?
¿Es cognoscible la realidad como un todo?
¿El “sentido común” es una medida adecuada de la realidad?
¿Quién crea el sentido común?
No aspiro a contestar estas preguntas, sino más bien, plantear algunas cuestiones inquietantes alrededor de las mismas y, al menos, dejarte pensando en que algo que nos parece obvio, no siempre tiene que ser cierto.
A ver:
Vos estas sentado en una silla dentro de un cuarto.
Yo estoy mirando ese cuarto con un cámara a la que vos no tenés acceso.
Ahora te parás, salís del cuarto y cerrás la puerta.
¿La silla sigue existiendo o desaparece cuando deja de interactuar de algún modo con vos?
Si volvés a abrir la puerta la silla está, pero cuando la cerrás y te quedás del otro lado ya no podes saber si la silla sigue existiendo. Ante la duda me preguntás a mi que estoy mirando el cuarto con la cámara y yo te digo que la silla desaparece en cuanto cerrás la puerta.
Bueno, de acuerdo al grado de confianza que vos tengas en mí o en mi seriedad, me crees y te quedás convencido que la silla desaparece o me decís -dejate de joder, me estás cargando “TODOS sabemos que las sillas no desaparecen”
En ese TODOS está implícito aquello que llamamos sentido común, así que vamos a explorarlo, sin olvidar, que mientras hacemos estos experimentos hay una cantidad de personas totalmente convencidas de que alguien se robo un PBI y que el mismo está enterrado en la Patagonia, o quizás orbitando la Tierra en el Arsat o en una bóveda oculta en el Vaticano, por confiar en lo que le dice un emisor de noticias especialmente mentiroso.
Ahora te digo que cuando te sentás en la silla en realidad tus glúteos no se apoyan en ella en ningún momento, que lo que pasa es que flotás sobre la silla a una distancia muy pequeña y a vos sólo “te parece” que estás en contacto. Te aumento la apuesta y te afirmo que “en realidad” cuando tocamos algo pasa lo mismo.
Dado que vos sentís una presión de la silla sobre tu cuerpo, o que, esperamos, sentiste alguna vez una caricia sobre tu cuerpo o un cuerpo acariciado por vos, que empuñaste con firmeza algún objeto o en alguna desafortunada circunstancia te caíste y comprobaste la dureza y solidez del pavimento, simplemente me mirás abriendo los ojos como el dos de oro, me das por loco y huis de mi presencia.
Sin embargo, esto de flotar sobre la silla, es básicamente cierto. Te explico:
Para empezar, vos, yo, la silla y los demás objetos materiales estamos construidos con átomos. Estos, en una primera aproximación, tienen un núcleo compuesto por protones y neutrones. Los electrones giran alrededor del núcleo más o menos libres.
Los electrones tienen carga eléctrica negativa y la cargas del mismo signo se repelen.
Cuando te sentás, los electrones que están más cerca de su superficie, se repelen con los electrones que están en la superficie de tu cuerpo. La fuerza de repulsión es tan grande, que, en verdad, quedás flotando. Lo que sentís como presión o tacto, no es más que una manifestación de esta fuerza.
Si esta fuerza de repulsión no existiese, no nos podríamos sentar, pasaríamos a través de la silla como fantasmas…
Esto es así porque la materia es, esencialmente, espacio vacío. Lo sólido son los núcleos de los átomos, que, a escala atómica, están muy distanciados unos de otros. Si no fuese por los benditos electrones, pasaríamos unos a través de los otros sin tocarnos. ¿Se lo imaginan?
¿No me creés? Andá y sacate una radiografía, donde millones de partículas pasan a través tuyo para imprimir una película fotográfica...
¿Sabías que cuanto más rápido vas aumenta tu masa, que el tiempo va mas lento y que te hacés mas cortito en la dirección de tu movimiento?
En fin...no se muy bien donde podemos poner al sentido común después de esto…
Pero volvamos a la realidad :)
Hay quien dice que existe una realidad objetiva pero que no la podemos conocer.
Vos andás de acá para allá, de casa al trabajo y del trabajo a casa. Te movés en determinados ámbitos, conocés un número acotado de personas y tenés un cantidad limitada de experiencias. Esa es TU realidad, que aunque parecida es distinta de la mía.
La realidad objetiva, el todo, es inasible.
Imaginate: Tu barrio, tu ciudad, muchas ciudades, muchas provincias, muchos países, el mundo, muchos mundos, muchas estrellas, la galaxia, muchas galaxias, el universo, muchos universos… el todo es muy grandote.
Completamos, tal vez, nuestra pequeñita realidad, con nuestros sueños, con nuestros pareceres, con nuestros intereses para rellenar los huecos y además, dejamos de lado los huecos. Ignoramos, en general, lo mucho que no sabemos.
Llenamos estos huecos repletos de ignorancias con nuestra consciencia que a su vez está influenciada por la de nuestro vecino.
¿Es la consciencia un componente de la realidad?
Anda a saber...son muchos los que se están peleando por estas cosas.
El cosmos es algo muy, muy, muy grande hasta un punto que no podemos imaginar y los fenómenos que pasan en el son bastante incomprensibles.
De un modo casi místico a mi me conmueve que un tipo (Einstein), hace más de cien años, haya dicho – mirá, en el espacio existen cosas raras que se tragan todo lo que pasa cerca, hasta la luz. Mi teoría dice que esas cosas son reales.- Y que ahora, hace unos días, se publicaron fotos de ese objeto llamado agujero negro que comprueban la certeza de lo que Einstein predijo hace más de un siglo utilizando como herramientas sólo papel y lápiz y, por supuesto, su cerebro.
De algún modo esto incrementa mi fe en la subsistencia de la humanidad.
Lo que nadie por ahora sabe es donde va a parar lo que se traga el agujero negro.
¿A otro universo?
Nadie sabe.
¿Pero que hay de lo muy chiquito?
La física cuántica describe los fenómenos a nivel atómico, y eso es lo muy chiquito.
Lo que pasa a estos niveles es todavía mas raro y más difícil de visualizar que las cosas que nos muestra la relatividad. Están estas cosas demasiado lejanas de nuestra experiencia cotidiana.
Los electrones, protones y neutrones que se consideraron partículas elementales están compuestos por otras partículas mas chiquitas que a su vez están compuestas por otras mas chiquitas todavía. Las interacciones entre todas estas partículas le dan, de algún modo, forma a todo el universo.
Esto que llamamos partículas, también pueden ser ondas y aparecen y desaparecen de la existencia súbitamente.
En este mundo de lo infinitamente pequeño no hay certezas. Hay probabilidades.
Fue peleándose con esta cuestión de las probabilidades que Einstein dijo que “Dios no juega a los dados con el universo”
Los intentos por unir las teorías de Einstein con la física cuántica han dado lugar a cosas mucho más locas.
La física admite hoy como posible la existencia de muchos universos coexistentes.
Estos infinitos universos, que pueden ser de varios tipos distintos, son bastante parecidos a los universos paralelos de la ciencia ficción en algunos de sus casos.
Imaginemos:
Coexistimos con infinitos universos donde Macri nunca fue presidente.
En otros, Néstor sigue vivo.
En otros, ganamos la guerra de Malvinas.
En otros, los Estados Unidos de Norteamérica no existen y Argentina es la potencia predominante.
Todo esto, de acuerdo a algunas hipótesis, está pasando en universos a los que no podemos acceder pero que son tan reales como el nuestro.
¿Te gustaría viajar a alguno de ellos?
Tal vez sólo te haga falta conseguir un buen agujero negro de gusano.
¿Y eso que es?
Te explico:
Agarrá una hoja, dibuja una cruz en un lado y otra en el opuesto. Ahora doblá la hoja por la mitad haciendo que las cruces se junten. Ahí lo tenés. Un agujero negro de gusano pliega el espacio y el tiempo del mismo modo que doblaste la hoja haciendo que dos puntos lejanos terminen juntos. Fácil ¿no?
No se que opinas vos a esta altura, pero para mi es cada vez más evidente que esto de la realidad es un lio bárbaro.
Mi misión, que es hoy enloquecerte un poco, está por terminar.
Me gustaría que te quedes pensando en que somos si duda una insignificancia comparados con la magnitud del universo, pero, que al mismo tiempo, somos algo muy raro: seres vivos que han desarrollado la inteligencia, lo cual, te aseguro, no es poco.
Sea lo que sea en definitiva la realidad para los científicos y los filósofos, la que hoy vivimos no es muy buena que digamos.
Pero el futuro todavía no está escrito y seguramente depende de lo que hagamos hoy, en este presente doloroso para los argentinos.
Pienso que si aunamos voluntades para cambiar la realidad y empujamos para el mismo lado lo podemos conseguir. Somos muchos. Tal vez nos falte algo de sintonía. Pero tampoco es tan difícil. Ejemplo:
Si ahora digo: Ella escribió un libro que se transformó en un hecho político, no me hace falta decir quien es ella ni a que libro me refiero.
Lo que pasa nos da forma y sentido. ¿Que tal si le damos forma y sentido a lo que pasará?
Seamos mejores.
Nos hace falta.
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