Si la política continuara por estos senderos, es dable esperar que, en pocos días más, nuestro inveterado trotskysmo de papel maché venza en la batalla discursiva y los diputados y senadores admitan cobrar los mismo que un maestro recién ingresado a su cargo, lo que permitiría arribar a la conclusión de que Elisa Carrió renunció a su banca y se jubiló porque se la veía venir.