Sabemos que la temporalidad en tiempos de cuarentena está trastocada: no salir a la calle y, en algunos casos, perder el trabajo o tener a los chicos sin colegio, ha desordenado completamente la dinámica diaria. No sabemos en qué día vivimos. El tiempo pasa lento para algunos, rápido para otros, distinto para todos. Hay incluso la sensación de estar viviendo tiempos paralelos como los que pensaba Borges. Todo es excepcional pero lo más excepcional es que la excepcionalidad se está normalizando.