La decisión de Donald Trump de cortar el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de los tentáculos de las Naciones Unidas y con un rol preponderante ante la crisis del coronavirus, en representación de los intereses de organismos internacionales, ratifica el quiebre con la globalización la cual viene socavada desde la crisis financiera de 2008 y desde su asunción.
Las parejas -cualquiera sea su conformación identitaria, rango o edad- enfrentan en las jornadas de cuarentena, acaso el más grande de los desafíos que les proponga la época: no deshilacharse en el intento.
En este escenario que afrontamos hoy en el mundo, ante la pandemia-infodemia, del coronavirus, mientras el seguimiento diario cuenta infectados y complicaciones, quizás nos podamos detener un minuto, en la reflexión de la “crisis civilizatoria”...
Tuvo que llegar un virus de lo más potente para que los privilegiados del mundo entiendan que lo público nos concierne a todos, que por más seguro de salud privado que se tenga, nuestra vida depende de un sistema solidario y de contención.
Tengo miedo del miedo, no hay virus más dañino que ese. Me preocupa que el mundo tienda a ser cada vez más cerrado, a la estigmatización, al prejuicio, al facilisimo de los chivos expiatorios
La que pasó fue una semana para incorporar a la Historia Universal de la Infamia (aunque Borges -a diferencia de Jauretche con sus Zonceras-, no agregara páginas en blanco para continuar enumerando las ignominias de este mundo).