No hay narrativa femirula sin victimización.

"Una prensa cínica, mercenaria y demagógica acabará dando forma con el tiempo a un pueblo tan vulgar como ella misma." Joseph Pulitzer

La Alianza Cambiemos tiene menos vida que algunos de los miembros de esa gerontocracia que impulsó su creación.

LA PREVIA DEL ENCUENTRO CON ALBERTO

"El Día de la Caza", texto del compañero Hernán Fernández.

Frente a tiempos que amenazan con deshumanizarnos, leemos a modo de escudo protector, a Eduardo Galeano (1940 -2015) escritor y periodista uruguayo, quién con sus palabras, además de contar lás más grandes verdades, era capaz de indagar en lo más profundo del alma. No cualquiera.

No son estos “los tiempos que corren”, para usar una expresión literal, sino una época caracterizada por el imperio de los objetos, producidos por la tecno-ciencia, y por la urgencia.

Se cree tener acceso al conocimiento de la realidad, pero muchas veces se trata de una fantasía, y no pocas veces de un delirio.

Te voy a contar sobre Macacha Güemes, hermana del General Martín Miguel de Güemes, una dama que eligió convertirse en espía para servir a la causa de la revolución.

La verdad que voy a contar hoy sobre una mujer que fue contemporánea de Moreno y de la Primera Junta, de Belgrano, Güemes y de tantos otros, y a quien no le hicieron falta el sable y el traje de combate, porque usó las artes del recontra espionaje superando a la agente 99 de la que seguro saben mucho, pero poco de esta Juana Moro, otra Juana, una más que se suma a la tropilla de las Juanas revolucionarias, como Juana Azurduy, la amazona.

Juana Azurduy fue una bella chuquisacense (acabo de inventar este término) que se enamoró perdidamente de las ideas de la revolución que venían de Francia y que tipos como Moreno, Castelli, Monteagudo, entre otros, fueron quienes las distribuyeron en el Virreinato del Rio de la Plata y sobre todo en el Alto Perú.